Entre los principales problemas que los residentes en el barrio Los Mameyes, Santo Domingo Este, tienen que enfrentar a diario figuran el tráfico de drogas y los atracos. Madres cuyos hijos menores de edad están sumidos en ese mundo, narran su angustia.
Las progenitoras de los niños y adolescentes usados por delincuentes “consumados” describen con su denuncia una incertidumbre que las mata de preocupación, porque no quieren que sus hijos acaben de hundirse o mueran de forma violenta.
Esas mujeres trabajadoras, como Carmen, que aconsejan a sus vástagos y sufren al ver cómo son presionados por malhechores adultos. Atribuyen a la falta de escuelas primarias y liceos que sus hijos sean instrumentos de la delincuencia. Salvador Ramírez definió este sector como tranquilo, pero dijo que ocurren actos delincuenciales que ninguno de los lugareños denuncia por temor a represalias y porque las autoridades no los protegen.
Expresó que nunca le ha sucedido nada en el barrio en el que ha vivido toda la vida, pero que a sus vecinos los han atracado.
Ante esas denuncias, el padre Bartolomé Marte Leonardo, de la parroquia San Ramón Nonato, señaló que todos esos problemas han aumentado porque la gente no confía en la Policía Nacional ni en la Fscalía para hacer sus denuncias formales, puesto que ven que no existe seguridad luego de querellarse contra los delincuentes.
Manifestó que para que se pueda reducir la delincuencia el Estado debe dar oportunidades de trabajo y estudio a los jóvenes