Delincuencia llega a los cementerios

Delincuencia llega a los cementerios

POR MARIEN ARISTY C.
Aunque quisieran visitar las tumbas de sus familiares con frecuencia para que no luzcan tan abandonadas, la mayoría de los que tienen mausoleos  y nichos en el Cementerio Nacional de la Máximo Gómez  no se     atreven por temor a los delincuentes que deambulan dentro del camposanto. Una de las que asegura que no entra sola al cementerio   es doña Carmen Luisa  Mojica,  quien hasta hace seis meses visitaba la tumba de sus parientes todos los lunes.

“Yo estaba caminando por uno de los pasillos y un tíguere me salió con un casco de botella y me dijo que le diera todo lo que tenía. Yo le di los 15 pesos que llevaba en el bolsillo y jamás he vuelto si no es acompañada”, dijo.

 Evarista Martínez es todavía más radical: sólo va al cementerio los días de las madres y de los difuntos porque, gracias a la gran cantidad de gente que asiste  son los únicos en los que no hay peligro de ser asaltado.

La solución para resolver este problema es, a juicio de Santa Trinidad, que  se suba la barda. Cree que entonces los delincuentes no podrán entrar al cementerio.

A juicio de otros que no ofrecieron sus nombres, también se evitaría que se roben constantemente las puertas, fotos y candados de las tumbas. Además se lograría que el cementerio se mantenga limpio, ya que la gente iría a darle mantenimiento.

 Uno de los que siempre lo hace es Jacobo González, quien sepultó a su esposa Marisol Hiciano en octubre de 2006 y nunca falta a su cita: cada mes va a limpiar su espacio porque, como dice, el Ayuntamiento del Distrito Nacional jamás lo hace.

Corroborar sus palabras no es difícil. Basta recorrer cualquiera de los pasillos del cementerio para ver hasta qué punto puede llegar el abandono.

Con maleza por doquier y  restos de basura que la gente deja olvidada en los rincones, el punto final lo colocan los “tígueres” que entran al cementerio y lo rompen todo.

 La destrucción, cuentan, es parte de la diversión  de quienes se ceban contra  las lápidas, las puertas y todo lo que encuentran por delante.

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