Delincuencia y Policía

Delincuencia y Policía

En Capotillo, uno de los barrios más pobres de Santo Domingo, los residentes han expresado gratitud a las autoridades policiales porque se han decidido por ayudarlos y protegerlos contra los delincuentes.

Es una actitud interesante de un sector de la ciudad al que se le atribuían actitudes agresivas contra todo lo que ha significado orden y legalidad, porque con ella se viene a demostrar que precisamente todos están a una por salvar la convivencia civilizada.

Este sector de la ciudad, surgido de la ocupación de terrenos de propiedad pública al calor de las protestas que se produjeron tras la muerte del dictador Rafael Trujillo, quedó rezagado en el desarrollo porque fue improvisado en todos sus aspectos y las personas quedaron apretujadas, cargadas de miserias y escasez. Es todavía Capotillo el sector más densamente poblado de la ciudad.

Sus primeros habitantes fueron campesinos llegados desde tierras que abandonaron con la esperanza de encontrar en Santo Domingo mejores condiciones de vida, cerca de la electricidad y las fuentes de trabajo. Pero las generaciones sucesivas, escasas de oportunidades, echaron mano de la rebeldía. El comportamiento díscolo e ilegal de unos pocos se le atribuyó erróneamente a toda la comunidad. Hay, sin dudas, muchos delincuentes, pero quizás si se hace un estudio se encontrará que proporcionalmente no serán más que en el resto del país. Hay que tomar en cuenta que según los censos nacionales, ahí hay más gente que en ninguna otra parte.

Esta imagen de revoltosos se constituyo en la fama de un sector que tiene también y en mayoría, por suerte, personas de un excelente comportamiento social, comprometidas con sus deberes familiares, trabajadoras, emprendedoras y luchadoras, aún dentro de las precariedades que han padecido.

Ahora ese Capotillo cumplidor y trabajador expresa su agradecimiento porque se le presta atención y se le ayudará.

Esta actitud de Capotillo debe mover a nuestras autoridades encargadas de conservar el orden y la paz ciudadanas a tomar en cuenta que esa es una necesidad sentida en todo el país y que por tanto requerirá de la replicación de esfuerzos.

Capotillo es el mejor ejemplo de que a muchas comunidades lo único que hay que suministrarles es la garantía del orden y el respeto a sus derechos, porque el resto lo creará o lo buscará.

Es incierto, como ha quedado demostrado, que estas personas en su gran mayoría tenga un comportamiento antisocial. Esa es una forma de vida que todas las personas civilizadas o medianamente civilizadas rechazan.

A pesar de las limitaciones de educación que tuvo en principio la mayoría de las personas que se asentó en Capotillo es uno de los sectores en que hay más fuerte vida económica pero también más iglesias de todas las confesiones.

Es un sector en que se comparte la vida del vecino y nadie puede ser ajeno al otro, porque está tan intricadamente indefinido el espacio público y privado, que obliga a todos a tratarse con familiaridad.

La actitud de Capotillo es, sin embargo, un esbozo de lo que será la actitud de toda la ciudadanía cuando reciba ese apretón de manos de las autoridades. Esperamos que se repitan estas acciones y sean sostenidas.

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