Delincuencia y rebelión en la Sociedad y en  las FA

<P>Delincuencia y rebelión en la Sociedad y en  las FA</P>

Un informe de una publicación británica incluye al país entre uno de los más propensos a la subversión. Hace años que hemos sostenido que la subversión ya ocurrió y sigue ocurriendo en el país día por día. Debido a la desaparición de los proyectos de sociedades socialistas que patrocinaban los movimientos revolucionarios, contrario a la esperanza de muchos, la forma actual de la disidencia y las rebeliones, no es ya del tipo que   muchos soñaban en los años sesenta: una revuelta popular o una transformación pacífica y desde el poder, como la hubiese liderado Bosch u otros, con un proyecto de clase o, por lo menos, uno de “liberación nacional”, como denominó Bosch a propósito su partido, el PLD.  La desgracia empezó en el Palacio de los Deportes. Más tarde, un grupo minoritario  “liberacio-continuistas, se apropió del partido y del Gobierno, ante la mirada parapléjica de la mayoría del propio PLD que no está conforme con lo que sucede aunque, a su amparo, disfruta de las mismas mieles.

De la virtud pasaron a la hipocresía, la cual de algún modo era un reconocimiento a la virtud y al ideal.

 Y de ahí, al cinismo, que es una negación de las dos anteriores.

Estamos ante actos de militares que son formas de alzamiento, en el sentido que entrañan una protesta, no simple delincuencia, porque no son “conductas desviadas”, sino un complejo de conductas que forman estructuras y estilos de vida, formaciones subculturales, que se corresponden con estructuras factico-económicas.

Es bastante similar a conducta egoísta y oportunista que se produce en los sectores excluidos, marginados, en todo el continente; en las pequeñas burguesías, clase medias, y en profesionales de diferentes etiquetados, comunicadores incluidos, que se dedican al comercio y al chantaje, negociando unos con la salud o la libertad de éstos, y otros, con la reputación de aquellos.

Lo malo de este patrón es que  al no tener propuesta, resulta necesariamente antisocial, suicida. Con un componente siniestro: no le importa el repudio de la hipócrita sociedad. Su comportamiento es del tipo (peligrosísimo) de “el extranjero”, de Camus, que no reconoce a la sociedad como referente moral o conductual, en ningún sentido. Estamos cundidos de este tipo de delincuentes, de cuello blanco y cuello azul. Lo paradójico es que estos siniestros ciudadanos, se están evacuando en la misma agua de la cual beben y bebemos. Tal vez  por eso habría esperanza.

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