Delincuencia y subversión social

Delincuencia y subversión social

DIÓMEDES MERCEDES
Acuso, muy a pesar mío, al Presidente Leonel Fernández igual que a sectores de las cúpulas empresariales, a los asesores foráneos que intervienen en el diseño de la política del orden público en el país, algunos jerarqua-católicos reaccionarios, y a sus respectivos voceros y voceras en los medios de comunicación, de desatar una ola criminal sin precedentes, materializada con pelotones de esbirros que en seis meses han ejecutado somaria y extrajudicialmente mil trescientas personas, de las enlistadas como pandilleros y delincuentes de poca monta, eliminados a discreción, en atentados sin juicios, en violación a la Constitución, a las leyes, y al debido proceso de ley. Este manejo de la delincuencia de los de abajo es por demás una inmoralidad.

Por todo ello protesto y asumo el riesgo de las represalias de los acusados.

Protesto por la reaplicación de una nueva versión de la «Operación Limpieza» social que se lleva a cabo, de raíces wessinistas, poco honesta y troglodita, subsistente para sorpresa de todos en algunos de los discípulos más amados del profesor Juan Bosh, quien en la hora cero de su destino político, prisionero del golpe de Estado que lo derrocó, escribió su carta al pueblo dominicano que textualmente deseamos reproducir.

«Al pueblo dominicano:

«Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura.

«Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social.

«En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota sangre, ni hemos ordenado una tortura, ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones.

«Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crimenes, ni torturas ni huelgas ilegales, ni robos, porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad.

«Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caíga la dignidad democrática.

«La democracia es un bien del pueblo y a el le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo. Juan Bosch».

Protesto además por la gran inmovilidad, pasividad temerosa o tolerante del pueblo, ante rasgos de mala naturaleza que deberían causar indignación y ante los que permanecemos indiferentes. El abuso contra la vida, hoy de infelices, de las «manos duras» del poder es un gran retroceso de la institucionalidad, o es esta falsa y falsos quienes de ella hablan y no observan esto ¿Qué es lo que se persigue? ¿Cuál es el objetivo de esta cacería en la que hay casos de altos oficiales publicamente exhibiendo su dureza o crueldad, según distintos testimonios y casos que me relatan?

Es ficticio el interes que propagandiza la conveniencia de estos actos por la paz y seguridad ciudadana, la cual es pura mercadología, en un país que ocupa el cuarto lugar en América entre los socialmente más desprotegidos. Estas eliminaciones humanas tienen una naturaleza clasista. Se toma los de abajo, que pudieran ser facilmente reducibles sin asesinarlos, creando una pantalla de distracción con estos chivos expiatorios, impidiendole a la patria que es el pueblo, hacer la catarsis general regenerativa, sometiéndo y sancionando con el debido proceso de ley a todos los violadores, abarcando a los grandes y más dañinos delincuentes y mafias económico-políticas organizadas, que en la ponchera del poder se lavan las manos y el cuerpo con la sangre de los infelices, que sin solución a sus problemas de supervivencia y compelidos por la presión consumista del mercado, copian las truculencias de los que aquí y fuera del país llegan a ser poderosos.

Nuestro gobierno no debe tener un doble perfil, porque uno de ellos resultará falso. Leonel Fernández nuestro Presidente, así como el Procurador General de la República Doctor Francisco Domínguez Brito, son figuras por las que hemos votado depositando en ellos nuestra confianza. A ellos preguntamos ¿Cuál es la naturaleza de la autoridad cuando actúa, ordena actuar, o exonera de responsabilidad y sanción a quienes en nombre del Estado se situan fuera de la institucionalidad, y de la legitimidad de la Constitución y las leyes? ¿Saben las puertas que están abriendo con este precedente?

Se están arponeando sardinitas del delito, de espaldas a los peces gordos a los que se les teme. Pero se arponean sardinitas por razones de Estado; una de ellas es acostumbrarnos preventivamente a su terror, como estatuto no escrito de la gobernabilidad bajo un modelo transnacional establecido para desalojarnos dentro de nuestro propio país. Esta «limpieza» clasista, tiene un trasfondo político, que no dejare de denunciar ni por mis afectos y relaciones personales con el Presidente, ni por mis hijos comprometidos con él y su gobierno, ni por los incontables amigos y compañeros que juntos fuímos peledeístas.

Todos los asesores de orgarnismos internacionales, comenzando por la ONU-PNUD, etc., saben que la democracia tradicional, además de insuficiente por elitista, ha naufragado por el siguiente motivo: no es ella posible dentro del proceso de expansión imperial globalizante neoliberal. Una o lo otro. Leonel, sin darse cuenta, así quiero pensarlo, pinta pajaritos en el aire buscando una modernidad de fachada, no integral, que lo que está haciendo es adueñando al capital basura internacional, del patrimonio de la nación, conduciéndonos a ser sus empleados, y afuereando de la vida productiva al resto de la nación.

Llegó al poder el 16 de agosto con la fuerza de los contenidos de la consigna nacional «E’ pa’ fuera que van!» y en la hora de su discurso de toma de posesión la desnaturalizó con la otra vacía y suya -no del pueblo, «E’ pa’lante que vamos!» sin decir hacia donde.

En ese mismo momento produjo confusión y una frustración nacional. Se inició un posicionamiento mental del país opuesto a eso, una desesperanza que por acumulación es ya una actitud de subversión social, que por falta de un referente político opositor, se ha desvíado por la vía delincuencial barrial y de la rebeldía de las clases media-productoras, profesionales, etc.

Si apareciéramos hoy suficientes hombres y mujeres con la autoridad moral y política y la decisión Duartiana de comprometernos con bienes y vida a crear la Unidad Progresista Opositora al modelo, contra el desarrollo y nuestra independencia y por la democracia participativa, política, social y económica, para rescatar la patria perdida; esta rebeldía, hoy desvíandose por al vía delincuencial cambiaría de rumbo, involucrando a estos «anti-sociales» en la regeneración necesaria de la nación en la que se reivindicarían, con la albañilería constructora que le sacaría de su desmoralización desde la que individualmente se tiran como suicidas, concientes de que con la actual situación, con los suyos, como quieran se van a joder, ejecutados sumariamente o sin amparo social o estatal adecuado al desarrollo humano al que tienen derecho.

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