Delincuencia y toque de queda

Delincuencia y toque de queda

Subir salarios policías y militares no es camino para combatir delincuencia

La magnitud de los problemas que trajo el COVID-19 y la presencia policial y militar en las calles para hacer cumplir el toque de queda, hizo que, en el 2020, el problema de la delincuencia callejera pasara a un segundo plano en la atención nacional y gubernamental.

La política oficial de mantener el toque de queda durante lo que va de 2021 ha permitido también ciertos controles, porque, aunque la delincuencia no solo opera de noche, el toque de queda saca de circulación en horas nocturnas a los delincuentes. Y si hay agentes policiales vinculados a la delincuencia quedan inhabilitados; de actuar, serían los principales sospechosos durante horas de restricción.

Pero el toque de queda no podrá mantenerse indefinidamente. En algún momento la pandemia cederá y habrá que volver a la normalidad sin restricciones de horarios para los negocios y la circulación.

En la República Dominicana siempre ha habido escasez de datos sobre la magnitud de la delincuencia callejera; muchas personas no reportan los incidentes a la Policía por la desconfianza en los agentes.

Para tener una idea aproximada de la magnitud del problema y captar el sentir de la ciudadanía se han utilizado fundamentalmente encuestas de opinión pública que indagan sobre experiencias directas con actos delincuenciales y la percepción al respecto.

Los datos del Barómetro de las Américas muestran que de 2010 a 2019 se produjo un aumento significativo de 17% a 26% de personas que dijeron haber sido víctima de un acto delincuencial en los 12 meses anteriores a la encuesta. En este indicador, la República Dominicana se colocó en 2019 en una posición intermedia en la región.

Las personas más propensas a indicar que fueron víctimas de un acto delincuencial fueron las de mayor riqueza, las más jóvenes y residentes de las zonas urbanas.

Esa realidad vivida, junto a la difusión en los medios y redes sobre actos delincuenciales, se tradujo en un aumento en la percepción de inseguridad.

En 2010, el 18% de los entrevistados en la mencionada encuesta dijo sentirse muy inseguro en el barrio donde vivía, mientras para el 2019 así lo consideró el 33%. Además, la República Dominicana registró el porcentaje más alto de la región en ese indicador en el 2019.

Para 2020, y lo que va de 2021, no contamos con datos de encuestas comparativas que muestren la situación específica en medio de la pandemia, pero ha de esperarse que tan pronto se elimine completamente el toque de queda y desaparezca el patrullaje policial con ese propósito, se producirá un rebrote de la criminalidad por el retorno de los delincuentes al mercado de trabajo delincuencial, agravado por el aumento de la pobreza que ha traído la pandemia.

Y es que un gran flujo de personas en las calles en horas nocturnas, en medio de mayor desempleo y empobrecimiento, es terreno fértil para actividades delincuenciales.

Subir salarios a policías y militares no es camino seguro para combatir la delincuencia; ellos son parte del problema y no dejarán de serlo solo por tener mayores salarios. Tampoco es efectivo el llamado a entrega voluntaria de armas porque los delincuentes no las entregan. Esto deben tenerlo en cuenta las autoridades que inician ahora el nuevo programa “Mi País Seguro”.

Las medidas más efectivas para combatir la delincuencia callejera son: la iluminación adecuada de las calles, buen patrullaje y control de los sobornos a los policías, educación técnica efectiva y oportunidades de empleos juveniles.

Tampoco es efectivo llamado a entrega voluntaria de armas, ya que los delincuen- tes no las entregan

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