Delirio se titula la nueva novela de Laura Restrepo, ganadora del premio Alfaguara de novela 2004. El jurado dijo que es una obra completa, en la que caben la tragedia y el humor, las pasiones más bajas y los sentimientos más altruistas, la crueldad y la solidaridad. Un caleidoscopio de la sociedad moderna, centrado en la realidad compleja y exasperada de Colombia.
Ella es una escritora que se caracteriza por unir su vocación política con el periodismo y la literatura. Ganó el premio Alfaguara de novela con la narración de una historia de amor y locura, que tiene como trasfondo el narcotráfico colombiano.
Quise hacer un libro sobre los colombianos del montón .Sobre todo buscó reflejar la esquizofrenia que aqueja a toda la sociedad de la misma manera que a su personaje femenino principal Agustina. Cuando la violencia callejera es tan alta como acá, uno tiene la sensación de que entras a las casas, cierras las puertas y estás a salvo. Sin embargo, la permanente exposición a esa violencia exterior empieza a introducirse en las relaciones dentro de la propia familia. El intento fue demostrar cómo penetra esa guerra, cómo esa violencia se refleja a puertas cerradas, en el interior de las familias, en el interior de nosotros mismos.
En Bogotá, tienen lugar las historias de Laura Restrepo, que no son más que nada las crónicas de la capital del secuestro. Ella afirma que para ella está antes que nada la militancia política: La política y la realidad están antes que la literatura. En este momento en que tenemos la posibilidad extraordinaria de tener como alcalde de la capital de Bogotá a Lucho Garzón, un demócrata preocupado por la gente pobre de esta ciudad, que es más de la mitad, el deber es estar al lado suyo y posponer un poquito las tareas literarias.
Ella, además de obtener el galardón de Alfaguara, acaba de ser nombrada directora del Instituto de Cultura y Turismo de la ciudad en donde nació en 1950. La afirmación que hizo a la prensa no sorprende porque como escritora siempre se propuso unir su vocación política con el periodismo y la literatura.
Ante realidades institucionales y oficiales tan impuestas como las que priman en la mayoría de nuestros países, florecen por debajo realidades clandestinas y secretas que hacen al alma de los pueblos. La literatura debe sacarlas a flote y contraponerlas a la verdad oficial, dijo. Delirio, es una historia de amor que se sumerge en la locura, los misterios y secretos en medio del derrumbe de la explosiva sociedad colombiana de la década de los noventa.
Todos los secretos están guardados en un mismo cajón, el cajón de los secretos, y si desvelas uno, corres el riesgo de que pase lo mismo con los demás. El que dice estas palabras es el personaje principal de Delirio, Aguilar, un profesor de literatura dedicado al reparto de comida para perros, que convive con Agustina, una mujer hermosa, de quien está profundamente enamorado. Cuando regresa de un viaje, descubre que su mujer ha enloquecido, sin explicación aparente. Esta novela tiene como trasfondo el narcotráfico, algo inevitable cuando se habla de Colombia, explicó Restrepo y agrega: Pero lo que puede tener de nuevo es ver este drama desde la interioridad. Es una novela más subjetiva cuyo tema central es la locura. ¿Qué pasa cuando esta situación exterior tan adversa no nos encuentra con todos los resortes necesarios para asumirla con lucidez?
La escritora añadió que tratando de averiguar qué ha sucedido, su marido se da cuenta de que la conoce muy poco, que hay perturbaciones profundas en el pasado de su mujer que ni siquiera sospechaba. Restrepo trazó una diferencia sustancial con otro famoso personaje de la literatura colombiana creado por Jorge Franco Ramos: Agustina, a diferencia de Rosario Tijeras, forma parte de los colombianos del montón que, pese a lo que pueda parecer desde afuera, es gente pacífica que no tiene nada que ver ni con la guerra ni con sus negros mecanismos. Agustina más bien padece aquella maquinaria que termina arrinconándola. Me interesaba particularmente en esta novela dejar de lado el heroísmo armado, que ya está en desuso. Agustina es parte de ese montón desarmado que con su propia vida trata de ponerle freno a la guerra.
Los temas de sus libros anteriores, Historia de un entusiasmo (su primer libro, publicado en 1986), La isla de la pasión (1989), Leopardo al sol (1993), Dulce compañía (1995), La novia oscura (1999), La multitud errante (2001) y Olor a rosas invisibles (2002) ahondan en los temas políticos que la desvelan como los secuestros, la guerrilla y los carteles del narcotráfico . Ella afirmó ante los periodistas que le preguntaban por el premio, su militancia política, el trabajo de investigación periodística y su nombramiento como directora de cultura que lo que le gusta hacer con sus personajes es empujarlos hasta el límite, para observar cómo sobreviven a la catástrofe con humor y dignidad.
Me interesa poder incidir en la realidad de un país, que se está desangrando por una guerra que tiene el apoyo internacional de George Bush, y que tiene eco en nuestro presidente, que desafortunadamente no ha querido implementar la política de paz que tanto necesitamos. Como escritora y como miembro del gabinete del alcalde Lucho Garzón, espero de todo corazón poder ayudar a que los colombianos encuentren un espacio de negociación y reconciliación, que nos permita salir adelante de esta guerra tan absurda y sin sentido.
Yo no veo la tragedia colombiana desvinculada de la tragedia del pueblo iraquí, afgano o palestino, comparó Restrepo. Tenemos que derrotar mundialmente las políticas de la guerra neoliberal porque hace rato que se les pasó la hora. Es el tiempo de pueblos libres, del rescate de la democracia, de la alegría, del derecho de los niños a crecer, y de la gente a morirse de vieja ante una cama y no asesinada en cualquier esquina.
Restrepo trabajó en diferentes medios gráficos como la revista Cromos, de la que fue editora, pero también en Semana y el diario mexicano La Jornada. Advirtió que el periodismo es un oficio de supervivencia en estos países donde la realidad cambia todos los días, en donde uno tiene que salir a buscarla para que no la atropellen. Por eso, es acusada de que ella practica en sus libros un periodismo falaz. Parto de reportajes y después los tergiverso, los aumento y los disminuyo hasta volverlos literatura. Pienso que es un vicio que me apareció desde que trabajaba como periodista. Cuando investigaba, sentía la necesidad enorme de mentir un poquito para hacer las historias más completas. Siempre que me faltaba un dato en mi investigación y yo tenía la certeza de que era así, tenía la tendencia de literaturizar para completar el cuento. En la literatura me doy toda la libertad del caso y ya nadie me puede acusar de mentir.
El presidente del jurado, el Premio Nobel de Literatura José Saramago le dijo ante esta reflexión: No es que tú mientas, estás proponiendo una experiencia y una necesidad de investigación periodística a una literatura de primera clase como es esta novela. Me parece que te estás despreciando un poquito.