Delirios y realidad

Delirios y realidad

En los salones del restaurante Olivo, convocados por el Colegio Dominicano de Neuropsicofarmacología del  cual me honro en ser su Secretario General, y con el auspicio de la casa Lumbeck, la que distribuye el eficaz antidepresivo  Lexapro, asistimos a una esplendorosa noche para la ciencia. Dos preponderantes de la psiquiatría dominicana participaron en una revisión actualizada de los modernos antidepresivos el primero, y el segundo un escrutinio aleccionador y provocante sobre los delirios y sus diferentes enfoques. El primero el Dr. Pedro Pablo Paredes y el segundo el Dr. César Mella.

Los  numerosos neurocientistas allí convocados, recibimos las primeras palabras del moderador de la noche el Dr. Paredes, con su proverbial -exactitud inglesa- dio apertura a esa noche de ciencia reflexiva. Al Dr. Mella le correspondió tratar el espinoso tema de la psiquiatría “Los delirios”. El Dr. Mella al igual que yo pertenecemos a la promoción médica MED-76, es decir que fuimos compañeros de pupitre en la universidad. Puedo dar fe pública de su gran inteligencia, de su liderazgo natural y por encima de todo de su militancia política que no es nueva, sino que se inició en esos años mozos  en que  todos admirábamos esa izquierda romántica, que abogaba por ese utópico  mundo de perfecciones sociales y sin desigualdades. Perteneciendo a la -élite universitaria- de los graduados con máximos honores. El inexorable paso del tiempo nos ha ratificado las excelencias.

El expositor dijo: “El delirio es una idea falsa, irrebatible por la argumentación lógica y que mueve a la conducta”. Etimológicamente  viene de latín “de-lirae” que significa salirse del surco al labrar la tierra. En psiquiatría, esta idea ni lógica, ni racional  pero recurrente  se acepta que es patológica. Imaginemos usted creerse ser Cristo, Gandhi o Napoleón, siempre habrá algo subyacente alterado. Se reconoció entonces, que tienen importancia capital, pues se pueden asociar  a psicosis, esquizofrenia, manías y a trastornos bipolares.  Enfatizó la gran diferencia entre el delirio como idea persistente, contrario a cuando los pacientes “deliran”,  entonces se llama -deliriun-. Son los casos de personas agitadas por fiebres muy altas,  descompensación  metabólica de órganos como el  hígado  o los riñones,  un adicto en abstinencia, etc. El  deliriun desconecta la conciencia por corto tiempo, pero no persiste como idea fija de grandiosidad.

Los psiquiatras Alejandro Uribe y Vicente Vargas, uno pasado y otro el actual Presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, hicieron  enjundiosos juicios, fueron los comentaristas de la charla, miembros por igual de “MED 76”. Fue una noche de enriquecedores enfoques y puntos de vista  diferentes con la dinámica participación  de los psiquiatras: Manuel Herrera, José Acra, Vicente Liz, Ángel Almánzar, Alexandra Richiez, entre otros, cada uno defendiendo su posición.  Otro de los contertulios a mi humilde entender muy relevante, fue  el  psiquiatra  Dr. Enrique Silié, quien enfatizó sobre los aspectos culturales en estos casos, señalando que todavía las herramientas de la historia clínica y el conversatorio detenido, siguen siendo las armas más importantes.

El Dr. Héctor Guerrero, siempre contestario pero muy actualizado científicamente, defendió en todo momento la posición científica de la definición aceptada del delirio y  rechazó la contaminación existente con aspectos arcaicos y religiosos. En mi condición de neurólogo, hice la pregunta al panel de psiquiatras acerca de la relación con las epilepsias, que luego comentaremos. ¡Gratificante noche neurocientífica!

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