El consumidor confía en estas plataformas porque le permite a los usuarios darle un seguimiento en vivo al trayecto de su orden, gracias al sistema GPS con el que trabajan
En un mundo que gira a la velocidad del Internet, la inmediatez es la palabra mágica para que las compañías de servicios puedan cumplir con las demandas que exigen los clientes.
Tal es el caso de los llamados “deliveries” o como sería la traducción en español “entrega”, que no es otra cosa que una institucionalización del “mandao”, que de alguna manera favorece cierta comodidad para las personas que están en sus casas o en sus espacios laborales.
La apreciación es de Tahira Vargas, antropóloga social, quien asegura que todos los servicios se están integrando a ese sistema de envío, el cual ha favorecido en ofrecer una fuente de ingresos a una población que tiene pocas oportunidades.
“Con la pandemia realmente se resolvió el problema de acceso a los alimentos cuando los restaurantes, cafeterías, farmacias, colmados, supermercados y hasta comedores tuvieron que cerrar sus puertas. Entonces, lo que hicieron fue utilizar esos servicios para poder llegar esos alimentos, bebidas o demandas que tenía la población a sus casas”, asegura.
Vargas entiende que el tema de los deliveries es un fenómeno que está muy asociado al proceso de crecimiento de los residenciales de la clase media por las demandas de servicios de los colmados. “Dos décadas atrás se pensaba que los colmados iban a desaparecer porque la clase media se expandía y crecía en el país y se pensó que esta clase social tendría un comportamiento de consumo dirigido a los supermercados, sin embargo, lo que surgió fue otro modelo de colmado enfocado en el servicio de envío a la casa”.
Además, aseguró que esta forma de ofertar ciertos servicios llegó para quedarse porque es algo que está en casi todos los países del mundo. “En cualquier lugar se utiliza el servicio de comida a domicilio, la pandemia lo fortaleció, le dio una característica de mayor magnitud de servicio en el mercado y definitivamente se quedó”.
En ese contexto resaltó que de la misma manera que ha llegado a expandirse también se ha convertido en una fuente de empleos. “En este país para la población joven no hay fuentes de empleos, ni siquiera para las personas que tienen titulaciones. Las fuentes de ingresos del sector informal son las que ofrecen esa oportunidad, entonces esto es una fuente de ingreso para esa población joven, masculina que pueda mantenerse de alguna manera en el día a día, y esto evita que no busquen los ingresos por otro lado, en otras actividades irregulares o en conflicto con la ley”, indica.
La nota discordante de este modelo de trabajo -dice Tahira- es que muchas veces tiene un “género” porque la mayoría de la población que se inserta en esta fuente de ingreso es masculina por todas las condiciones que implica trasladarse a lugares sin mucha seguridad en motor, a veces de noche, y eso le complica un poco a la población femenina poder trabajar en este modelo laboral. “Además el hecho mismo de que el perfil este masculinizado genera una barrera para que las mujeres entiendan que puedan dedicarse a ello como tal”, manifiesta.
Un servicio demandado por los jóvenes
La globalización ha generado que la población joven tenga un mayor manejo de la tecnología, aunque no todo el mundo puede tener el privilegio de tener la disponibilidad de la tecnología de manera permanente.
En la República Dominicana la mayoría de la gente que usa internet lo realiza mediante los llamados paqueticos o las recargas. “Cuando tienen algo de dinero entonces insertan una recarga al celular”, indica Vargas.