Roma.– La demanda mundial de alimentos crecerá en los próximos diez años más lentamente que en la década precedente por el débil aumento del consumo de China y de los biocombustibles, según un informe publicado hoy por la FAO y la OCDE.
La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) difundieron un informe conjunto sobre perspectivas agrícolas para el periodo 2017-2026.
En él calculan que los precios de los alimentos básicos se mantendrán por debajo de los picos registrados durante la última década en un contexto de producción de récord y abundantes suministros de la mayoría de esos productos.
De media, los precios de los cereales, la carne y los lácteos continuaron descendiendo en 2016, mientras que los de los aceites vegetales y el azúcar aumentaron ligeramente.
Para los próximos diez años, las dos organizaciones sostienen que el crecimiento de la demanda global de alimentos se ralentizará de forma considerable, a un ritmo que caerá a la mitad en la mayoría de los productos, incluidos los cereales, la carne, el pescado y el aceite vegetal.
La situación es muy diferente a la de la década anterior, marcada por el fuerte consumo de China y del sector mundial de biocombustibles, así como por la reposición de existencias de cereales en 230 millones de toneladas.
Sin embargo, se espera que a medio plazo esos factores dejen de apoyar los mercados como lo habían hecho hasta ahora, sin que haya otros sustitutos a la vista.
El crecimiento de la demanda en China será más lento al moderarse el aumento de los ingresos y disminuir la tendencia de los hogares a gastar en comida lo que ganen adicionalmente.
Mientras, el crecimiento de la demanda de etanol y biodiesel se ha debilitado por los bajos precios de los combustibles fósiles y los pocos incentivos que han dado los gobiernos.
El estudio afirma que, aunque los precios de la energía suban, la demanda de maíz y caña de azúcar para biocombustible crecerá lentamente, excepto en algunos países en desarrollo con políticas locales más proactivas.
A nivel global, la demanda per cápita de cereales no sufrirá cambios y solo crecerá en los países menos desarrollados; se limitará el consumo de carne en muchos países por las preferencias en la dieta, los bajos ingresos y la menor oferta; y las calorías y proteínas adicionales procederán sobre todo de aceites vegetales, azúcar y lácteos.