La demanda laboral del sector agrícola dominicano ha sufrido una disminución sustancial en los últimos 20 años. El empleo agrícola pasó de ocupar el 20.3 % del total de los trabajadores en 1991 a apenas el 8.7 % en 2021. Sin embargo, la producción ha crecido en 64 % y la superficie de cultivo en 10 % durante los últimos 10 años, lo que refleja un proceso de tecnificación de la industria y mejora en la productividad.

Esta situación está planteada en el “Estudio descriptivo-exploratorio sobre el mercado laboral en el sector agrícola y su necesidad de mano de obra extranjera, de la autoría de José Miguel Macías Hernández para el Instituto Nacional de Migración y auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Internacional de las Migraciones, presentado ayer.

La publicación señala que la tecnificación en el sector agrícola tiene efectos contradictorios sobre el desarrollo. Por un lado, el uso de maquinarias y tecnología mejora y asegura la competitividad de los agricultores, garantiza la seguridad alimentaria, genera un ahorro en fertilizantes y agua y supone un aumento en la producción del 15 % al 20 %.
Sin embargo, disminuye la demanda de mano de obra y, por ende, de la generación de empleo en las comunidades campesinas.

Informalidad

Otro factor que afecta la producción agrícola es la informalidad. El estudio indica que actualmente, la agricultura emplea 8.7 % de la población ocupada a nivel nacional, de los cuales el 86.1 % labora de manera informal, pero puede llegar hasta el 99% en unidades productivas con ciertos niveles de formalidad.

Esto se atribuye a elementos como la rentabilidad, que puede ser afectada por los costos fijos de la formalidad laboral y la flexibilidad de la contratación que demandan los ciclos agrícolas, ya que la demanda de mano de obra puede variar drásticamente entre una semana y otra, refiere la investigación.

Escasez de mano de obra local

En cuanto a la escasez de mano de obra en el sector, es atribuida a factores como la digitalización de los medios de comunicación, el desarrollo económico e incluso la diáspora dominicana “han influido en reducir las notables diferencias culturales que solían existir entre los jóvenes que viven en entornos rurales y urbanos, lo cual ha impactado drásticamente el mercado de trabajo”.