El incremento de la cantidad de partidos en nuestro país no para. Esa circunstancia se produce tanto en las colectividades que se dicen del sistema, como en la casi totalidad de las que se reclaman alternativas. En unas se acrecienta su propensión la corrupción, en las otras, su inveterada tendencia hacia la división y la gresca. Hay quienes dicen que la existencias de muchos partidos es sinónimo de fortaleza de un determinado sistema democrático, otros dicen que es lo contrario: que es una demostración de debilidad y amenaza para ese sistema. Aquí, no es difícil establecer que la enorme cantidad de partidos y movimientos políticos va de la mano con el incremento del costo de la política o de la confusión ideológica/política de muchas colectividades llamadas progresistas o de izquierda.
La Junta Central Electoral tiene registrados 29 partidos y 6 agrupaciones o movimientos políticos reconocidos. Además, tiene 103 solicitudes pendientes por aprobar o rechazar, teniendo el próximo octubre como plazo para fallar en uno u otro sentido. De esas solicitudes solo 4 han completado la documentación requerida, lo cual revela los grados de improvisación de muchos de los solicitantes. La generalidad no completan los requisitos requeridos para el fin propuesto porque carecen del personal, los medios y la claridad de lo que persiguen, lo cual evidencia una carencia de todo tipo que los descalifican para ser acreditados. La generalidad no representa a nadie.
Una lectura del perfil de la casi totalidad de las organizaciones solicitantes, y de muchas de las reconocidas, evidencia que poca o ninguna diferencia se puede establecer entre ellas y que casi todas lo que buscan es una personaría jurídica que le permitan el acceso a los recursos que asigna la Junta Central Electoral a las organizaciones políticas reconocidas. Entre los grupos llamados progresistas y de las diversas variantes de izquierda solicitantes, las diferencias también son escasas.
A propósito de esta última tendencia política, hay quienes tienen registrada la abrumadora cifra que da cuenta de la existencia de más de 70 agrupaciones que se denominan movimientos y partidos. Esa extrema fragmentación podría tener como origen la dificultad de esos grupos de comprender las grandes transformaciones sociales, económicas y políticas del mundo de hoy. A mayor incomprensión de esos cambios, mayores la confusión, la imposibilidad de respuesta con sentido de la realidad y la propensión al sectarismo. Y, lo que es peor, mayores serán las dificultades para llegar a puntos mínimos de unidad entre esas fuerzas y/o más frágiles los acuerdos unitarios a que lleguen.