¿Democracia? ¡Ay Danilo!

¿Democracia? ¡Ay Danilo!

El panorama nacional permite pronosticar que el Partido de la Liberación Dominicana y su gobierno, continuarán su política de dominación de todas las instancias a las cuales pueda acudir el ciudadano en procura de garantía para sus derechos.

El propio Presidente Danilo Medina se da golpes en el pecho y sostiene que maneja un gobierno democrático, como si lo creyera. Lo importante no es lo que dice el Presidente de la República, lo importante es lo que hace, cómo lo hace, de qué instrumentos se vale para gobernar.

En 1962, poco después de que Juan Bosch ganara la Presidencia de la República, denunciaba que la democracia era mucho más que una palabra vacía que se empleaba para adornar discursos altisonantes y postulaba que no podía haber democracia sin que se proporcionara trabajo bien remunerado a la gente para que pudiera comer con dignidad. Ese concepto, esa concepción ha sido olvidado hace mucho, por politiqueros que entienden la democracia como el sempiterno ejercicio de la ley del embudo, siempre que la parte ancha esté para su lado.

De nada vale que se pregone la democracia como el sistema más equilibrado, si se trabaja de manera incesante para desequilibrar la balanza en beneficio de intereses personales, de grupo, de logias partidarias, cuya única razón de ser es convertirse en ricos, mantener sus riquezas mal habidas y aumentarlas.

¿Usted sabe cuál es el último mejor ejemplo del ejercicio de la democracia? Sí, usted lo conoce lo que pasa es que en este mundo traidor nada es verdad, ni es mentiras, todo se ve del color del cristal con que se mira.

El último ejemplo de ejercicio de la democracia lo ofreció el lastimoso laborantismo de gramática parda, en el cual participó una buena parte del actual liderato corrompido y antidemocrático del país: por supuesto que me refiero a las sucias tratativas con las que se logró obtener los votos necesarios para facilitar la reforma de la Constitución.

En los mentideros políticos de altura y en las zanjas más nauseabundas, se sabía que los votos de los legisladores tenían un precio de millones de pesos en procura de lograr obtener el quórum necesario.

Se comentaba que sólo faltaban uno o dos o diez votos, que se negociaba con gen- te de la oposición, que si el Diputado tal pidió más dinero, que si el Senador cual, aunque sea gobiernista, volvió a poner la mano con la palma hacia arriba más de una vez, que si algún insaciable pidió repostulación, millones para votar ahora y millones para su campaña.

¡Señor! ¿Cuál ha sido el pecado cometido por todos para que unos pocos tengan la sartén por el mango y sólo cocinen para unos pocos en perjuicio de la mayoría?

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