A mi generación y la que viene detrás no nos tocó lo que a nuestros abuelos: luchar por la democracia. Tampoco nos tocó vivir en ese antagonismo ideológico que sí les tocó a nuestros padres. Nacimos cuando nuestra democracia, aunque con apagones en medio del conteo de votos, era relativamente estable, pero aun con muchos desafíos.
La democracia que conocemos es la definida como la forma de gobierno donde el poder es ejercido por el pueblo mediante mecanismos de participación. Por esto, cada cuatro años vamos y elegimos a un grupo de personas para que, en los diferentes niveles, nos representen y hagan de esta delegación de poder acciones que mejoren nuestras vidas, la hagan más digna, que tengamos esa cohesión en la que se sustenta nuestra Constitución.
Y es que, aunque el mundo avanza muy rápidamente no sucede lo mismo con la democracia.
Nos corresponde a nosotros, como generación, discutir la democracia que queremos y actualizarla. Para ello, afortunadamente, el mundo y sus innovaciones han traído consigo nuevas formas de relacionarnos. Tantas, que no se concibe que hoy en día que sea tan difícil interactuar con la democracia o que se haga cada cuatro años. Una democracia en tiempo real, vendría siendo esa que, sirviéndose de las nuevas tecnologías y plataformas de colaboración utilice la inteligencia colectiva para construirun sistema que funcione para todos.
Nuestro sistema se basa en la democracia representativa, pero esa representación no debe ser asumida como un cheque en blanco. En democracia el poder es del pueblo y para el pueblo adaptar esto a nuestros tiempos no es solo una aspiración, sino que es lo que procede.

Una democracia en tiempo real sería, en definitivia, una democracia real.