¿Democracia parlamentaria en Irak?

¿Democracia parlamentaria en Irak?

Mario Vargas Llosa asegura en su libro «El Diario de Irak» que visitó la antigua Mesopotamia con el propósito de averiguar si una sociedad como la iraquí que no había vivido nunca bajo un régimen democrático, fragmentada por los antagonismos y las rivalidades internas, con sus ciudades en ruinas y sus instituciones resquebrajadas, podrá acceder a una vida digna y democrática.

Al final de su libro el laureado escritor peruano, autor de la novela «La Guerra del Fin del Mundo» concluye que sí; que Irak se integrará al concierto de naciones libres; y que en la antigua Mesopotamia habrá de imperar un régimen democrático parecido al surgido en Alemania, Japón e Italia luego de las derrotas sufridas por esos países en la Segunda Guerra Mundial.

El célebre escritor se antepuso a las iniciativas del equipo enviado por las Naciones Unidas para estudiar la viabilidad de celebrar elecciones en Irak y de precisar en qué tiempo los iraquíes podrán recobrar la independencia y soberanía de su país.

Don Mario Vargas Llosa se imagina, lo que a pocos se les ocurre imaginarse: ver a árabes, kurdos y turcomanos; a musulmanes Chiíes y Sunníes; y a cristianos caldeos, asirios, latinos y armenios coexistir en un sistema democrático, plural y tolerante.

Contrario a los que muchos piensan, el conocido escritor considera que en un país como Irak, donde las diferencias étnicas y religiosas son tan profundas, la democracia es lo único que puede traerle la paz y hacer posible convivencia pacífica entre los ciudadanos de ese país.

El célebre novelista peruano espera que de las cenizas del destruido Estado iraquí surja un Estado laico que permita a los habitantes de la antigua Mesopotamia disfrutar de los beneficios materiales y espirituales de una paz duradera.

Mario Vargas Llosa sostiene que, a no ser Irak una nación integrada desde el punto de vista religioso, allí, no tiene necesariamente que darse la incompatibilidad de la religión musulmana con la existencia de un Estado laico.

El novelista califica de desgracia el hecho de que la India, Pakistán, Israel, Corea del Norte tengan o se afanen por tener armamentos atómicos; calificativo éste, que suscribimos en toda su extensión y significado. Eso sí, también calificamos como desgracia que países como los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia posean arsenales de armas atómicas y termonucleares, y que los gobernantes de esos países tengan, sino la intención, al menos la capacidad de ordenar destruir el mundo que Dios creó.

Pensar que una noche de octubre del año 1962, la vida de más de 7 mil millones de seres humanos que habitan el planeta tierra dependió del equilibrio emocional y del sano juicio de dos pendejos: de John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos, y de Nikita Kruschev, secretario general del Partido Comunista Soviético y jefe de gobierno de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Don Mario Vargas Llosa sueña con un Irak parlamentario, democrático y plural; nosotros con un mundo multicultural y sin imperios erigidos en amos.

Claro está que sólo se trata de sueños, y los sueños, sueños son.

El 29 de noviembre de 1916, la República Dominicana fue intervenida militarmente por los Estados Unidos. Un gobierno militar estadounidense gobernó el país durante los ocho años que duró la ocupación. Muy pocos dominicanos colaboraron con los invasores yanquis, y un extenso movimiento contrario a la intervención se hizo patente.

Consumada la intervención, los invasores norteamericanos procedieron a destruir el Ejército dominicano; a desarmar a la población civil; y a crear una policía nativa entrenada y dirigida por los oficiales de las fuerzas interventoras.

Era que para asegurar sus dominios sobre las rutas marítimas al Canal de Panamá, los Estados Unidos necesitaban controlar la República Dominicana.

Hoy, los Estados Unidos necesitan controlar o disponer de la riqueza petrolera del Oriente Medio.

Además de una relativa prosperidad, los interventores yanquis al marcharse nos dejaron a un Trujillo al mando de una fuerza militar debidamente organizada y entrenada por ellos.

Gracias a los interventores estadounidenses, Trujillo adquirió poder y fortuna. Y con el apoyo de ellos pudo mantenerse en el poder durante más de treinta años.

Terminada la guerra de abril de 1965, los militares dominicanos que lucharon contra la fuerza de ocupación estadounidense fueron perseguidos y extrañados del país. Jamás se les permitió retornar a los cuerpos armados. Viejos y olvidados por todos, por ahí andan esos hombres que un día creyeron en la democracia y que un día soñaron con una patria libre y soberana.

Observando desde lejos lo que está sucediendo en Irak, se nos ocurre pensar que es algo parecido a lo sucedido en la República Dominicana en 1916 y en 1965. Que al final del primer acto de la tragedia iraquí, entrará en escena un general nativo, entrenado y formado por los de la Coalición, en capacidad de gobernar con manos duras y en disposición de hacerlo a favor de los intereses hegemónicos de las potencias interventoras.

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