Democracia Participativa

Democracia Participativa

La mayoría del pueblo dominicano vive el día a día envuelta en una rutinaria lucha por ganar el sustento familiar, razón por la cual le sobra poco tiempo para envolverse en el análisis de cuestiones tan abstractas como la filosofía. Ello no significa, sin embargo, que no sea capaz de entender la interdependencia de los distintos sectores sociales y la de éstos con el ambiente. La manera como la gente civilizada se relaciona vendiendo y comprando servicios y bienes materiales de consumo obedece a un sistema impuesto por el Estado.
En el caso de la República Dominicana y la mayoría de los países latinoamericanos el modo político de gobierno es la democracia representativa. Teóricamente se trata de un mandato del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. En la práctica quienes dicen representar a la ciudadanía legitiman su estatus por medio de elecciones. Los pretendientes inscriben sus candidaturas a través de los Partidos y ocasionalmente de manera independiente invierten cuantiosos recursos económicos en propaganda, falsas promesas, dádivas y compra de votos para ganar un curul desde el cual obtienen pingües dividendos y grandes privilegios. El quehacer político se torna en un lucrativo negocio muy distinto a lo que entendiera Juan Pablo Duarte como “La política no es una especulación; es una ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”.
Tanto el concepto de política como el de democracia ha sufrido mutaciones en distintos continentes y épocas. No podía ser de otra manera. Heráclito de Efeso, 500 años antes de la Era Cristiana, aseveró que la constante universal y permanente es el CAMBIO. Nada permanece igual, todo cambia. El ayer, el hoy y el mañana son un fiel testimonio del cambio en el tiempo. La niñez, la adolescencia, la adultez y la vejez son un concreto argumento del cambio biológico del individuo. Debido a la degradación ética de la práctica política dominicana, sectores de avanzada contraponen el modelo de democracia participativa a la cada vez más desacreditada democracia representativa.
Con el modelo participativo se restringe el abuso de las autoridades, pudiéndose en circunstancias especiales destituir a un congresista o funcionario cuyo comportamiento moral no satisfaga las normas establecidas. Cada servidor del Estado estará sometido al escrutinio de los gobernados por lo que ya no contará con el abrigo de la impunidad. La historia política criolla está llena de engaños y frustraciones. Hay una abismal separación entre lo dicho y lo hecho, entre lo prometido y lo cumplido; la simulación es la regla, la sinceridad es la excepción. El cambio de chaqueta o afiliación política es algo tan normal que a nadie sorprende. Dentro de los partidos se forman grupos en donde los tránsfugas abundan y los fieles escasean. El descrédito y bancarrota de la partidocracia es evidente.
Comprometidos con los principios duartianos y para alcanzar sus nobles objetivos debemos promover la democracia participativa hasta conseguir justicia con plena libertad.
Así habremos realizado el sueño del patricio: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos”.

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