Democracia participativa

Democracia participativa

El Presidente Danilo Medina ha consultado al liderazgo del país sobre el proyecto de ley de naturalización, un instrumento crucial para la aplicación de la sentencia 163/13 del Tribunal Constitucional, que fija los requisitos que debe llenar todo extranjero que aspire a la nacionalidad dominicana. Es un ejercicio necesario, de democracia participativa, para la definición de un asunto de Estado altamente delicado, que mantiene al país bajo la mira y la presión internacional.

Interpretamos que el gesto del Presidente está enfocado a que el liderazgo del país conozca el proyecto y se exprese sobre el particular, y aprovechar, eventualmente, cualquier aporte que pueda mejorarlo. Sin embargo, queda claro que la soberanía sobre lo que deberá ir al Congreso la tiene el Presidente y que sus consultas no necesariamente implican el compromiso de acoger las opiniones de los consultados.

Por cuestión de origen, el proyecto de ley de naturalización podría quedar sometido a los mismos embates que han sacudido la sentencia del Tribunal Constitucional. El Presidente, en un gesto elegante, ha dado oportunidad para que el liderazgo apoye o rechace esta pieza antes de ir al Congreso. Toda esta gestión deberá concluir en un acto que haga valer tanto nuestra soberanía nacional como nuestro firme respeto por los derechos de los inmigrantes.

¿MÁS BUROCRACIA EN EL EXTERIOR?

Aunque todavía resuena el escándalo de la abultada nómina de personal que tiene el país en embajadas y consulados, con los cuantiosos gastos que esto acarrea, el director de Aduanas, Fernando Fernández, anuncia la apertura de una oficina en Miami, que tendría la finalidad, según afirma, de continuar democratizando los servicios de esa dependencia a los dominicanos en los Estados Unidos.

No quisiéramos parecer prejuiciados, pero debido a que tenemos la afrenta de una abultadísima nómina de personal en el servicio exterior, nos asiste el derecho de la legítima sospecha cuando se habla de abrir nuevas dependencias en el extranjero. La tecnología cibernética le ha quitado a la distancia física su categoría de obstáculo difícil y a veces insalvable. ¿Es absolutamente necesario e inevitable que carguemos más el erario instalando nueva burocracia en el extranjero?

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