Cesar Antonio Molina, socialdemócrata, ministro de cultura del gobierno de Rodríguez Zapatero, ha escrito un libro titulado “Las Democracias Suicidas” donde sostiene que históricamente las democracias no han durado lo que debieran porque ellas mismas se han suicidado.
Considera que contemporáneamente hay riesgos mayores por amenazas demográficas, socioeconómicas y tecnológicas; por corrientes dictatoriales encubiertas en nacionalismos y populismos.
Y por totalitarismos económicos y tecnológicos en manos de grupos particulares que actúan en provecho propio en lugar del Bien Común, aupando gobiernos que tracen políticas a su conveniencia.
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Proviniendo de la familia ideológica que los actuales gobernantes, suponemos que no desestimarán estas advertencias; debiéndoles llevar a revisar determinadas políticas y procederes que allanan camino hacia la dictadura, como estatización de roles económicos y clientelismos que la precursan: subsidios y asignaciones presupuestarias.
El autor señala otros males como crisis de partidos, corrupción, demagogia, abandono de gobernados por gobernantes, desinformación por propaganda virtual.
Critica abandono de humanidades dando paso a burotecnocracias vulgarizadas, corrompidas y corruptoras, faltos de originalidad y visión de futuro. A eso hay que sumar situaciones particulares de cada país que van matando la democracia.
En nuestro caso: narco-delincuentes doblegando autoridades; migrantes violando fronteras, identidad y recursos; depredadores destruyendo ambiente; desempleados, informales y subremunerados llevando al pluriempleo, dádivas y propinas; servicios públicos fundamentales-salud, educación, energía y transporte-prestados precariamente en medio de correctivos risibles; institucionalidad degradada en medio de ridiculeces; déficits productivos y financieros llevando al endeudamiento, agravando dependencia externa impuesta por nuestra posición geográfica.
Evitar el suicidio de nuestra democracia debe ocupar el mas alto interés de instancias responsables: gobernantes y gobernados, organizaciones sociales y ciudadanos individuales; empresarios que mas pueden perder vs. trabajadores victimizables; intelectuales y forjadores de opinión, etc.
Compete a lideres políticos, gobernantes y opositores, velar porque nuestra democracia no se suicide; y preservarla. Compete igual, al sistema legal que la regula. Partiendo de ceñirse a lo que nuestra constitución consigna a JCE y partidos.
Y siguiendo con innovar el ejercicio político que estamos acostumbrados, como exploraremos mas adelante.