Siempre he considerado la política, dentro de un sistema Democrático, como la mejor oportunidad de servirle a mucha gente, pasando como única factura el gozo por el deber cumplido. Y el mundo de hoy me da la razón, con el surgimiento de nuevos regímenes de democráticos en toda la faz de la Tierra.
Pero es preocupante (con los nadie de Galeano a la cabeza) las tremendas desigualdades e injusticias con que viven y mueren millones de ciudadanos en regímenes democráticos. Los millones de muertos naturales representan las modernas bombas de destrucción masiva.
Nuestros pobres pueden morir por millares y casi nadie se conmueve, eso no es noticia. Es más ¿en cuáles países se sabe cuántos infelices mueren a diario por diarrea, por cólera, desnutrición, malolientes basureros, arrastrados por lluvias, hundidos en cañadas y el lodo, por maltratos, asesinados, sin agua, ni luz, ni gas, ni calles, sin techo? ¡Hasta Dios parece haberse olvidado de ellos! Aparenta un cuadro dantesco ¡Pero no, es la democracia, con sus vicios e imperfecciones!
Es indignante ¡Las clases bajas deben estar sintiendo que la Democracia es una M!
Estamos desacreditando al más justo sistema político, trocándolo en el perfecto instrumento para la concentración de riquezas y de poder, de la mano con la más abyecta miseria. Si la Demo no opera para los pobres ¿qué opción les estamos dejando? Sorpresivamente, muchas sociedades, aprovechando la conectividad electrónica, está empoderándose con protestas masivas y exigencias. Hay que prestarle atención a estas modernas corrientes.
¿Qué hacemos? El mundo entero está repleto de maravillosos y contundentes indicadores socioeconómicos: el PIBpc, la inflación, el desempleo, el analfabetismo, la escolaridad, la presión tributaria, mortalidad infantil y materna, desnutrición, etc.
Pero ninguno de ellos destaca tanta miseria y tantas muertes de infelices por la dejadez, la incapacidad, la insensibilidad y las malas prácticas gubernamentales, haciendo de la Democracia un instrumento de muerte y burla: reemplaza las muertes por encargo de regímenes totalitarios por estas masivas y bestiales muertes naturales.
Quiero, al respecto, proponer la creación de ese faltante parámetro, al que llamaré Índice democrítico, porque refleja lo más crítico de las Democracias:
Población Pobre (PP)(clase baja o muy baja) Pobres Muertos (PM)
(1-r)PM los muertos atribuibles a la dejadez o culpabilidad oficial
r = tasa o proporción normal de muertes naturales
Indice Democrítico = ID = (1-r)PM/PP
Este índice, ante todo, nos obligaría, a gobernantes y gobernados, a estar enterados y preocuparnos por cuantos infelices mueren cada día. Quizás descubramos que por razones democríticas mueren mucho más ciudadanos que por el escandalizante cólera (y otras epidemias).
Con este indicador disponible el Mundo podría dejar de ser tan indiferente ante la inmisericorde crueldad de la pobreza extrema.
Con el ID podríamos clasificar a los países en ¿Democráticos o Democríticos?, apreciando, en un solo numerito, la diferencia entre las verdaderas democracias (las del Primer Mundo?) y las seudodemocracias. Propiciaría la confección de un nuevo mapa de la democracia, alertando a las muchas instituciones que en el mundo ayudan a los pobres ¡que es insuficiente!
Las claves
1. Una gran pregunta
¿En cuáles países se sabe cuántos infelices mueren a diario por desnutrición, por maltratos, asesinados, sin agua, ni luz, ni gas, ni calles, sin techo?
2. Protestas masivas
Sorpresivamente, muchas sociedades, aprovechando la conectividad electrónica, está empoderándose con protestas masivas y exigencias. Hay que prestarle atención a estas modernas corrientes.
3. Índice democrítico
Quiero proponer la creación de ese faltante parámetro, al que llamaré Índice democrítico, porque refleja lo más crítico de las Democracias.