Demora ayuda angustia peruanos

Demora ayuda angustia peruanos

PISCO, Perú,  (AFP) – Los socorristas prosiguieron ayer la búsqueda de sobrevivientes tras el terremoto que dos días antes asoló al Perú dejando 500 muertos y miles de damnificados, mientras el hambre, la sed y el desamparo provocan saqueos y amenazas de motines en las poblaciones devastadas.

 Desesperados por la escasez y las demoras en la ayuda, los pobladores de Pisco, Chincha e Ica -las localidades más afectadas por el terremoto- comienzan a perder la paciencia y a reclamar cada vez en un tono más hostil.

 Entretanto el gobierno luce impotente para afrontar la emergencia debido a los cortes de carreteras y a su propia desorganización.

 La escasez de agua, sobre todo, agravó el drama de los miles de damnificados de estas localidades, que en su mayoría durmieron por segundo día al aire libre cerca de los escombros de sus viviendas, y aterrados ante la posibilidad de nuevos movimientos sísmicos.

 Precisamente en la mañana del viernes los habitantes en Pisco y las poblaciones vecinas se alarmaron ante un sismo de 5,5 grados en la escala de Richter, una de las más de 300 réplicas que se han presentado desde el miércoles.

 La pregunta que los habitantes hacen con mayor frecuencia a las autoridades es por qué la ayuda no llega. El presidente peruano, Alan García, quien desde el jueves despacha en la costera Pisco, se vio obligado a explicar que el puente aéreo organizado le ha dado prioridad al traslado de enfermos graves sobre los víveres.

 «Nadie se va a morir de hambre, eso lo puedo garantizar», dijo el mandatario.  El presidente cifró en 497 el número provisional de muertos, pero reconociendo que «posiblemente pasen de 500».

 «Yo he estado hace unos momentos en la catedral (la iglesia de San Clemente de Pisco, que se derrumbó el miércoles) cuando se recuperó un cuerpo. Según los rescatistas y bomberos, todavía hay decenas de cuerpos debajo» de los escombros. «Es lamentable», señaló García.

 Sin embargo, un sacerdote peruano, José Torres, que celebraba una misa de difuntos en esta iglesia cuando fue destruida por el terremoto del miércoles, fue milagrosamente rescatado ileso de los escombros en la madrugada del viernes.  «Estaba debajo de todos los adobes, sano y salvo, en una especie de cueva que se había formado con una parte del techo (la bóveda) que cayó en el terremoto», dijo a la AFP el subcomandante de Bomberos, Roberto Ognio.

 Los bomberos luchaban contra el reloj en la iglesia San Clemente para seguir buscando entre los restos del templo a algunas de las decenas de personas que han sido reportadas como desaparecidas.

 «Hemos dormido con un ojo abierto, no sólo por los temblores sino también por los robos que se producen», dijo por su parte Adelaida Aquije, una madre de Ica que refleja la situación de una gran parte de los damnificados. Al caer la noche los pocos comercios que atienden al público en esta ciudad semiparalizada se apresuran a cerrar sus puertas, la gente corre a sus casas, las calles quedan vacías y sólo se pueden ver las luces de los faros de los vehículos iluminando la noche. Disparos de armas de fuego que se escuchan a lo lejos acrecientan la tensión de la noche iqueña. «Hemos redoblado nuestra vigilancia y tenemos que hacer disparos al aire para ahuyentar a los vándalos», explicó a la AFP un policía de la estación central de Ica. La tragedia peruana ha generado una sólida cadena de solidaridad internacional desde varios países y organismos. La primera ayuda en llegar provino de Bolivia, con 11 toneladas de suministros y 15 rescatistas.

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