Démosle una oportunidad a la dolarización

Démosle una oportunidad a la dolarización

POR TOMÁS RODRÍGUEZ DE LEÓN
Durante los últimos meses, y ante la tremenda crisis de todo orden en la que nos metieron los administradores del Estado recientemente sustituidos, ha habido una intermitente discusión acerca de los efectos de la dolarización oficial o formal de la economía dominicana.

Un texto reciente aparece en la sección de opiniones de El Caribe de fecha 20 de Julio de 2004, bajo la firma de la señora Martha Cabral de Macquilling, el cual señala una serie de “aspectos negativos” de la dolarización. Este comentario se centra en los “aspectos negativos” que más llamaron la atención del suprascrito:  a) Con la dolarización “…estaríamos cediendo el control de nuestra política monetaria a los Estados Unidos”.

Es más concreto afirmar que dejaríamos de tener la flamante “política monetaria”. Pero… ¿constituye ello una desventaja? La experiencia de más 40 años de política monetaria postrujillista no muestra que haya contribuido al bienestar de las mayorías. Ha sido sólo una herramienta eficiente para concentrar las riquezas y en empobrecer a las clases media y baja.

Estos grupos, han visto mermarse la capacidad de compra de sus salarios y sus limitados ahorros, por la inflación y la devaluación, debido al uso de la “flamante política monetaria” para cubrir las aberraciones de la política de gasto público. En ese proceso, los grupos de altos ingresos, tienen flexibilidad para defenderse del flagelo, al indexar sus ingresos a la inflación y/o a la moneda fuerte, mediante el sistema de precios.

De ahí que, para las mayorías nacionales, “el control de nuestra política monetaria” debe sonar extraño porque, si hemos tenido el control ¿para qué ha servido?

b) “Nos encontraríamos a la merced de la política monetaria de otro país, cuya economía es completamente diferente a la nuestra”. La vinculación de nuestra economía a la de los Estados Unidos de América (EE.UU.) es indiscutible. Lo que procede en este caso es determinar cuál es el resultado del análisis beneficio-costo de “…estar a la merced de la política monetaria…” de los EE.UU. para un residente en la República Dominicana.

El artículo comentado enfoca sólo aspectos negativos (costos), aquí se señalan algunos positivos (beneficios):  a) baja inflación, que preservaría la capacidad de compra de los salarios y el valor de los ahorros; b) reducción de las tasas de interés pasivas y activas, lo cual hace posible el restablecimiento del crédito a largo plazo para vivienda y proyectos de desarrollo; c) reducción del riesgo país, lo cual actúa como incentivo a la  inversión directa del exterior, con la consecuente creación de oportunidades de empleo  y de negocios y, d) reducción de los costos de las transacciones, al eliminar los  costos de cambiar una moneda por otra.

Los aspectos positivos (beneficios) citados contribuirían a fundamentar un crecimiento sostenido y una mejor distribución de los resultados de ese crecimiento (desarrollo), cosa que evidentemente no se ha derivado del hecho de “…no estar a la merced de la política monetaria…” de los EE.UU. El caso de República Dominicana, medido en recursos monetarios (billetes y monedas), pesaría poco en el mundo, entre cuantos dependen de la política monetaria de los EE.UU. “…los estimados salidos de la Fed (Federal Reserves System)  y del (Departamento del) Tesoro sugieren que entre el 50 y el 70 por ciento de los dólares en billetes residen en el extranjero (fuera de los EE.UU.), y que alrededor del 90 por ciento de los billetes de US$100, impresos en los EE.UU. actualmente, se van directamente al extranjero”1. En el año 2000 se estimó que había en circulación unos 480,000 millones en billetes de dólares norteamericanos, esto es que “…que extranjeros poseían unos 300,000 millones” 2

Es una ridícula vanidad estimar que los poseedores de estos 300,000 millones dólares (países, instituciones y personas físicas -entre ellos muchos dominicanos que rechazan la dolarización formal-) son menos inteligentes que nosotros.

Para la conversión de la base monetaria del país, (cuya pertinencia para dolarizar es discutible) serían necesarios unos 7000 millones de dólares en billetes y monedas, esto es, apenas 2.33 por ciento del volumen de billetes en manos de extranjeros.

c) “República Dominicana no podría usar instrumentos claves de política monetaria para ajustarse a los ciclos económicos”

La salud económica reside en factores tales como: alto nivel de ahorro e inversión, sistema de producción de bienes y servicios altamente integrado, bajo o nulo déficit de gobierno, baja inflación, calificación de la mano de obra, y otros. Considerar saludable la capacidad de producir dinero malo (inorgánico) es un grave error. Cuando se produce dinero malo para enfrentar un choque externo o interno, se está empobreciendo deliberadamente a las mayorías.

La propensión al uso de la emisión monetaria para enfrentar crisis reales, supuestas o manipuladas, es lo que ha generado la ya tradicional desconfianza de los agentes económicos en la moneda nacional, no sólo en nuestro país sino en casi toda América Latina. Esa desconfianza explica, en parte, la exigencia de altas tasas pasivas que hacen los ahorrantes, así como la preferencia que muestran por el dólar aunque reciban tasas pasivas insignificantes por esta moneda. 

d) “…Es difícil que sea exitoso (el proceso de dolarización) si simultáneamente no se negocia una apertura del mercado laboral entre los dos países” Esta puede definirse como una condición oportuna pero no imprescindible. Lo conveniente es analizar cuál sería el impacto en el nivel de empleo que tendría la dolarización. Si la inflación se reduce a un dígito a largo plazo, la tasa de interés por igual, sube el ahorro y la inversión, ¿qué pasaría con el empleo?

La respuesta se evidencia con sólo analizar lo ocurrido en los últimos cuatro años con el sector empleador.

Con una dolarización formal el país estaría mejor posicionado para enfrentar las causas de crisis en el mercado laboral, pues los agentes económicos podrían planificar y ejecutar sus proyectos en un ambiente financiero de mayor certidumbre y, consecuentemente, crear puestos de trabajo, no en el gobierno sino en emprendimientos puramente privados, lugar donde se produce el mayor número de iniciativas acertadas para la creación de riquezas.

Ante la comprobación histórica de incapacidad para consolidar las bases institucionales requeridas como fundamento de una moneda confiable, démosle la oportunidad a la dolarización y ocupémonos de organizar los demás aspectos de nuestra realidad económica y social, sin el pesado fardo que constituye nuestra “flamante política monetaria” por impericia, corrupción y debilidad institucional.

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El autor es economista y empresario.
Presidente de la Unión Nacional por la Integridad y el Desarrollo -UNID-
E-mail: unidrd@yahoo.com

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