Denuncia 25 años de  abandono oficial

Denuncia 25 años de  abandono oficial

POR CARMEN MATOS
Los residentes del sector Juana Saltitopa, en el municipio Los Alcarrizos se declararon ayer “con el grito al cielo” frente a los problemas que les azotan y que se multiplican tras sólo promesas, obligándoles a buscar sus propios métodos de subsistencia.

El presidente de la junta de vecinos de la barriada, Andrés Ogando, calificó a las autoridades de “indolentes” ante los reclamos que han elevado por más de 25 años.

Las carencias para la recogida de basura, suministro de agua potable, falta de cableado eléctrico y asfaltado de calles son algunas de las necesidades que revelan que se trata de una tierra olvidada.

A excepción de la avenida principal que da nombre al sector, poblado por unas cinco mil familias, ninguna de sus calles han sido asfaltada, por lo que el tránsito, de cualquier forma, representa un grave  peligro para los cientos de niños y envejecientes que lo habitan.

Algunos tramos tienen contenes, sin embargo, estos se ensanchan como la única obra recibida por los miles de moradores, más tarde seguida de otras  promesas en plena campaña para las elecciones municipales celebradas hace casi un año.

   “Somos unos desamparados”, afirmó Virginia Amparo, residente del sector, al hablar sobre el suministro de los servicios básicos.

 A pesar de los infortunios que les causa la falta de vías seguras de tránsito, Amparo sostuvo que esta no es la principal preocupación de los habitantes del populoso sector, sino las copiosas cañadas que arrastran aguas negras y desechos hasta las puertas de sus viviendas.

El mal olor que provocan y el temor de  quienes cada día hacen malabares para atravesarlas, sólo es superado por la escena de horror que significa para ellos el desborde de las peligrosas aguas, que parece ocurrir con cada lluvia.

Ogando afirmó que, mientras tanto, se hacen más comunes los casos de  diarreas, mareos, vómitos y alergias de la piel, producto de las cañadas que les rodean.

La autogestión

Ogando,  residente del sector desde  hace más de 30 años, relató cómo los residentes han tenido que valerse de sus propios métodos para  subsistir en medio del desamparo y los peligros que les acechan.

Así narró que ellos mismos se encargan de  la seguridad de la zona, organizando sus horarios de vigilancia e instalando un sistema de cableado eléctrico que, aunque deficiente, les asegura unas pocas horas de energía.

La falta de agua potable es otro de los golpes que reciben cuando  pasan hasta cinco días sin  recibir el líquido y al que sólo tienen acceso  gracias a “seres desinteresados”.

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