El presidente de la Junta Central Electoral (JCE), doctor Roberto Rosario Márquez, ha denunciado que el Poder Ejecutivo, es decir, el presidente Danilo Medina, somete a un acoso fiscalizador de los recursos disponibles por ley para sus compromisos internos, una expresión ampliada de mi entrega de ayer a HOY de lo escarpada de una reelección.
En los sondeos conocidos se reputa al doctor Rosario Márquez como un funcionario idóneo, que procede conforme a los lineamientos de la Ley Electoral, y que consiguió expedir una nueva Cédula de Identidad y Electoral que la ciudadanía aguardó por una década.
El doctor Rosario Márquez no oculta, sino que muestra con orgullo y discreción, su vertical militancia en el PLD, y es posible que su preferencia por un candidato presidencial para 2016 que no es el presidente Medina, concite la fuente de las discordias entre el primero y el segundo, en que el primero inflige un daño a la democracia mayor que el segundo, además que no ha sido el accionar del primero, tampoco del segundo, que se han manejado con serenidad y equilibrio laudables.
Los propósitos reeleccionistas son acariciados por los gobernantes ipso facto asumen el poder, algunos han cedido a la tentación, otros han sucumbido al oropel del mando supremo, en todos los casos, sin excepción, dejando un legado de caos más que constructivo, conforme enseña Clío.
Un proyecto de reelección a mitad de trayecto, como el que se susurra con grandes decibeles hoy, aunque con un 90% de popularidad al presidente Medina como endosa Gallup-HOY, pero con los lastres que señalé ayer, más una olla de grillos en la JCE, no son los mejores avales para un diseño continuista prematuro.