La historia empieza como un cuento de hadas: la pareja se enamora y a su alrededor todo está salpicado de corazones rojos.
Luego se unen y la situación se va matizando de violencia hasta que, finalmente, él la mata y se suicida, quedando ambos cuerpos en un charco de sangre, un drama común en el país. Esa es la imagen que la niña, su hija, observa con mirada patética y rostro triste.
Hablo de una secuencia fotográfica de Ysabel Abreu López, que lleva como título Cuentos de hadas, lágrimas de sangre y que forma parte de la exposición de la XXVI Bienal Nacional de Artes Visuales montada en el Museo de Arte Moderno.
Así como la que acabo de describir, hay obras en fotografía, dibujo, pintura e instalación, que constituyen verdaderas denuncias sociales, sobre todo de pobreza, violencia y marginalidad.
Una pintura nos recuerda que el 8 de noviembre del año pasado fue muerto de un balazo en el pecho el estudiante de medicina William Florián Ramírez mientras se realizaba una protesta contra la reforma fiscal en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Willy es una acrílica sobre tela cuyo autor es José Pión.
En esta escena se destaca un blanco y un carrito de supermercado en el que fue llevado a un centro médico cercano el joven mortalmente herido.
Pero también hay otras dos instalaciones de Mónica Pagés que constituyen un homenaje póstumo al niño José Rafael Llenas Aybar, secuestrado y brutalmente asesinado el 3 de mayo del año 1996.
La autora explica que estas piezas, un columpio hecho a base de filosos cuchillos y una especie de robot elaborado con materiales de desecho, son una declaración sobre la naturaleza insidiosa de la violencia.
De ahí su nombre: Insidioso.
La casa de piedras de Ariadna Canaán, es una instalación premiada que hace referencia a la vida marginal de los haitianos, quienes hacen su hábitat en las construcciones e Indigentes a la orilla del Ozama, una pintura de Wanda Matos presentada en tríptico, es otra denuncia de pobreza cuyo título lo dice todo.
En la misma temática están las dos fotografías tituladas ¿Por qué?, que muestran a un adolescente semidesnudo portando un cartel que dice ¿Por qué somos pobres?, y abajo www.vienealgo.com, (en referencia a un proyecto educativo y cultural que busca concienciar a la población), y la secuencia de tres imágenes de Miguel Cruz tituladas Palomos, en la que un niño de los llamados de la calle afeita artesanalmente a otro.
Otras obras son El último golpe, de Guadalupe Casanova y Victoria Thomen, en la que varias víctimas reales de la violencia están retratadas sobre bolsas de lona y Segundos antes de morir, de Julio Hernández, una pintura al óleo que refleja a tres mujeres amordazadas, antes de ser asesinadas a punta de pistolas.