NACIONES UNIDAS (EFE).- Los niños se han convertido en la cara más amarga de la guerra, no solo por la manipulación, violación y explotación a cargo de grupos armados, sino porque en muchos casos son también actores de conflictos como «niños soldados».

Altos representantes de la ONU denunciaron ayer esta situación en en un debate sobre los niños en los conflictos armados celebrado en el Consejo de Seguridad, bajo la presidencia de la ministra chilena de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear.

Uno de los testimonios más duros fue el de la directora ejecutiva de Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Carol Bellamy, quien dijo ante el Consejo que la comunidad internacional no hace lo suficiente por evitar el sufrimiento de los niños.

«He sido testigo del horrible impacto, del miedo y la incertidumbre que padecen los niños por el horror de la guerra, así como de las largas secuelas a las que ven abocados, con la pérdida de sus hogares, de familiares o el cierre de sus colegios», señaló.

Sin embargo, la peor parte se la llevan las mujeres y niños de regiones que sufren los conflictos más sangrientos, porque es allí donde no pueden llegar las organizaciones humanitarias, como es Monrovia, el sudeste de Afganistán y Sudán, entre otros.

Explicó, por ejemplo, que en Sierra Leona, casi el 20 por ciento de los hogares desplazados han denunciado asaltos sexuales, lo que incluye la tortura, la violación y la esclavitud sexual.

Explicó que «las niñas, y a veces los niños, se convierten en el blanco en las campañas de violencia, con violaciones, prostitución, tráfico ilegal, embarazos no deseados y esclavitud sexual».

En su opinión, «las violaciones se están utilizando sistemáticamente como arma de guerra y como medio para aterrorizar a las poblaciones».

A las secuelas habituales de la guerra hay que unir la fuerte propagación del sida, que se ve incentivada por la ausencia de hospitales, por la desintegración de los hogares, las violaciones y sobre todo la situación de las mujeres y las niñas.

«Quedan en tal situación de pobreza que acaban intercambiando sexo por supervivencia», dijo.

A ello se une la problemática de los niños-soldados: sólo en Liberia existen unos 15.000, algunos de ellos con varios años de experiencia en el frente.

El representante especial de la ONU para la protección de los niños en los conflictos, Olara Otunnu, aseguró ante el Consejo que la situación de la infancia en estos países, pese a los progresos realizados, es todavía «grave e inaceptable».

«Hoy en día -dijo- los niños siguen siendo violados, mutilados, manipulados, secuestrados y utilizados como soldados. Son víctimas de los conflictos armados, y esperan que la comunidad internacional les proteja».

Entre las medidas que propuso Otunnu figuran incluir a la infancia en las negociaciones de todos los procesos de paz, así como fortalecer a las instituciones nacionales que velan por los niños en los países en conflicto.

El Consejo de Seguridad centró una parte del debate en uno de los fenómenos más complicados de las guerras, la de los niños soldados, que proliferan en Africa, Sudamérica y en algunas partes de Asia.

La «Coalición para Detener el Uso de Niños Soldados» divulgó un informe sobre este problema, en el que se denuncia la existencia de esa práctica en conflictos armados en 18 países, entre ellos Colombia, Costa de Marfil, Liberia y la República Democrática del Congo.

El Colombia, la organización denuncia la existencia de unos 11.000 niños de hasta 12 años enrolados en grupos armados, donde son entrenados para usar explosivos y armas y, además, participan en combates.

Las niñas que forman parte de estos grupos, por su parte, son en ocasiones obligadas a convertirse en «novias» de soldados adultos, a utilizar anticonceptivos y a someterse a abortos, según la organización.

Bellamy insistió ante el Consejo de Seguridad en la necesidad de reintegrar a estos niños en la vida normal, para evitar que entren a formar parte de la espiral de violencia que alimenta las guerras en estos países.