Denuncian que helicópteros gubernamentales arrojan bombas contra pobladores sirios

Denuncian que helicópteros gubernamentales arrojan bombas contra pobladores sirios

SIRIA. AFP. En la pequeña ciudad de Hauash, en el centro de Siria, apenas despuntaba el sol cuando dos helicópteros gubernamentales arrojaron sus bombas y abrieron fuego con cohetes y ametralladoras, provocando varias víctimas.  

Con sus calles sin pavimentar y sus casas miserables de bloques de cemento gris, Hauash es uno de los tantos pueblos rurales de Siria.  

La diferencia es que se encuentra en lo que sus 7 mil habitantes llaman la «frontera alauita», en una gran llanura agrícola de la provincia de Hama (centro).  

Por un lado, se extienden las ciudades y poblados sunitas, favorables a los rebeldes, y por otro, hacia el Oeste, están sus compatriotas de confesión alauita, la del presidente Bashar al Asad, minoritarios en el país, donde representan un 10% de la población.  

Desde hace dos semanas, el régimen bombardea día y noche con bombas pesadas, cohetes y bombas de racimo los poblados sunitas en esta «frontera», constató un periodista de la AFP.

Según los habitantes y comandantes rebeldes locales, el objetivo es hacerlos huir hacia las aglomeraciones sunitas más alejadas, donde el régimen podrá utilizar luego armas más poderosas para matarlos sin riesgo de afectar a los alauitas.  

La afirmación es imposible de verificar.   El hecho es que los ataques son cotidianos, como el del miércoles en Hauash, cuando dos helicópteros Mi-25 de fabricación rusa lanzaron varios cohetes, al menos una bomba de 500 kilos y ráfagas de ametralladora pesada, según un periodista de la AFP en el lugar.  

En una calle polvorienta, varias casas tienen la fachada destruida. Unas diez están destruidas, inhabitables, cuatro se derrumbaron. En decenas de otras, los muros están agrietados y las puertas y ventanas sopladas por la explosión de la bomba de media tonelada.  

En una de las casas hay manchas de sangre en medio de los bloques pulverizados y los muebles destruidos: «una joven de 22 años murió aquí» a causa de un cohete, explica un responsable local que pide mantener el anonimato por medida de seguridad.  

La hija de 18 meses de la víctima, con una mano vendada y con el cuerpo cubierto de heridas, grita de dolor en brazos de un pariente.

El padre y otros dos de sus hijos están en el hospital gravemente heridos.   Según el responsable, el ataque provocó un muerto (la joven), y al menos 21 heridos, cuatro de los cuales en estado crítico.  

Durante los funerales de la joven, en un pequeño cementerio al borde de la única calle pavimentada de Hauash, la multitud grita enardecida: «Bashar, te vamos a matar». 

«Desde hace diez días, bombardean todos los días», explicó un habitante, lo que confirman los hombres furiosos que lo rodean, «era siempre alrededor de Hauash. Es la primera vez que bombardean el centro de la ciudad».  

En una calle vecina, una anciana vestida de negro, se lamenta delante de su casa casi derrumbada: «Vivo sola aquí, no tengo hijos que me ayuden. ¡Nunca perdonaré a Asad! ¡Quiero que se vaya!  

Los habitantes se interrogan sobre esta violencia: «No somos combatientes. Manifestamos a menudo contra el régimen, pero no lo atacamos. ¿Por qué?», pregunta un anciano, aún conmocionado, tembloroso pero determinado.  

La multitud jura: «¡No tenemos miedo. Desafiaremos la muerte, hasta el final!».   Hacia mediodía, Hauash es atacada nuevamente con cohetes y ametralladora pesada, sin provocar víctimas esta vez, pero la población decide entonces darse a la fuga.  

Según un comandante rebelde, el jueves por la mañana la ciudad había sido completamente abandonada por sus habitantes, al cabo de de tres horas de bombardeo con artillería durante la noche.

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