Depende, todo depende

Depende, todo depende

Samuel Luna

Hay una canción que describe la realidad de la República Dominicana, me refiero a la que canta Jarabe de Palo, un grupo español, y dice así:

“Que el blanco sea blanco. Que el negro sea negro.
Que uno y uno sean dos.
Como exactos son los números.
Depende…Depende ¿de qué depende?
De según como se mire, todo depende”.

La canción sigue, pero el mensaje es que las cosas tienen sentido dependiendo desde que ángulo se miran.

Los dominicanos somos expertos dando opiniones y “soluciones” en baseball (pelota) y en política; el problema es que cada uno de nosotros tenemos un punto de vista que está sujeto a una percepción o a un conjunto de experiencias que han moldeado nuestra forma de pensar y de actuar; en otras palabras, estamos atrapados en una camisa de fuerza que no queremos o nos da miedo romper.

Cuando no logramos pensar de forma objetiva es más cómodo cantar la canción de Jarabe de Palo, es más ventajoso decir que todo depende, dependiendo como se mire todo depende.

Cuando una población no logra pensar fuera de lo tradicional, fuera de lo ya aprendido por generaciones, esa población cae en un estado de conformidad y en un comportamiento nocivo. Nos hemos conformado con lo menos malo, con los mismos partidos, los mismos líderes o tal vez cambiamos de rostros pero con el mismo comportamiento. Estamos estancado y en un estado de hibernación que nos nos permite actuar.

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Una de las formas para romper ese estado estático es promoviendo la objetividad; de lo contrario tendremos personas que se mantendrán firmes en su comportamiento, actitud e intenciones, a pesar de estar errados.

La mayoría de los partidos políticos se han convertido en empresas personales, en grupos corporativos, y su fin último no es resolver la realidad del pueblo dominicano, más bien, mantenerse en el poder o en los ruedos del poder para alimentar sus vacíos existenciales y generar recursos de forma rápida, con exageradas sumas y de forma “legal”.

Para frenar ese comportamiento, el pueblo dominicano debe convertirse en una clase pensante y objetiva. La objetividad no está ligada a sentimientos, y si somos objetivos tendremos la capacidad de desvincular las afinidades que sentimos hacia las demás personas; la objetividad tiene que ver con la realidad misma, no con el capricho de un amigo o un partido político.

Ser objetivo es ser inquieto y no conformista, ser diferente; es entender que los cambios son posibles. Ser objetivo es ser imparcial; es poner a la población por encima de los intereses personales y partidistas.

Ser objetivo es pararnos y gritar: ¡Ya basta de tantos espumajos!

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