En un reconocido restaurante del Malecón, se presentó un deplorable espectáculo que a más de un visitante le causó tan desagradable impresión que optaron por no entrar al mismo, el pasado viernes 28 de octubre al mediodía, cuando un joven con apariencia de padecer trastornos mentales o de estar bajo los efectos de alguna droga, fue amarrado, por la seguridad, como un andullo, sacado arrastrado por entre los clientes y tirado justo a la entrada del establecimiento en lo que llegaba una ambulancia del 911 y la Policía.
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Al ver que no acababan de llevarse al detenido, me acerqué a los agentes de Politur y vi con estupor cómo un robusto miembro de esa entidad le tenía pisado el cuello mientras la víctima volteaba los ojos y sangraba por la boca, lo que trajo a mi memoria el desagradable episodio de la muerte, por asfixia, del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco por el supuesto delito de haber pagado, en un negocio de Minneapolis con un billete falso de 20 dólares.
Reprendí la acción y entonces procedieron a llevarse al sujeto cuyo delito consistió, según algunos comensales, en amenazar con lanzarse desde el restaurante a las aguas del mar Caribe. ¡Cuánto abuso e indolencia!