Deportaciones e inequidad e ignominia internacionales

Deportaciones e inequidad e ignominia internacionales

En el mundo en que vivimos, que algunos gustan tanto de llamarlo “global”, han surgido algunos nuevos actores  en busca permanente de grandes protagonismos en el escenario internacional, en tanto otros -no tan nuevos -se proyectan también constantemente, cual si buscaran la nominación para un Oscar, que muchas veces es más por la mayor ignominia que por un buen “performance”, sobre temas con objetividad sesgada y sobre todo orientados a países tercermundistas, pobres y dependientes que ven como fáciles víctimas que le puedan aportar gran renombre y éxito. No tienen el menor recato para pasar por alto situaciones similares o iguales en donde los protagonistas son los grandes países desarrollados  a los cuales no se atreven a enjuiciar con igual severidad y audacia y cuando más, si acaso, le hacen un tímido señalamiento.

En estos momentos todos los “honores” con relación a lo anterior corresponden a la célebre “Amnistía Internacional”.

Se le ocurrió ahora presentar una fuerte declaración internacional reclamando a la República Dominicana el cese inmediato de las repatriaciones de dominicanos no documentados. Lo primero que debiera hacer Amnistía Internacional es reclamarle a los Estados Unidos que cesasen las deportaciones de indocumentados latinoamericanos y caribeños hacia sus países de origen. Pero no, claro, los Estados Unidos son la superpotencia rectora del orden internacional. No hay dudas de que esa gran nación tiene derecho a intentar poner orden en su casa regulando la presencia de ilegales en territorio norteamericano – por más que le sea también urgente una legislación, que el conflicto bipartidista ha hecho difícil, para resolver de manera honorable y acorde con el respeto a los derechos humanos, el problema de la presencia compleja de millones de inmigrantes ilegales.

Se puede entender lo obvio; que cualquier país tiene el derecho de, en pleno ejercicio de su soberanía, regular la presencia de inmigrantes ilegales en su territorio. Así lo hacen los Estados Unidos y varias otras naciones europeas, sin tener en cuenta que en casi todos los casos sus repatriaciones masivas tiene trágicas consecuencias sociales en países con serios problemas de marginación y pobreza.

Si, ciertamente, podemos estar de acuerdo, en que están en su derecho. Lo que hay que rechazar tajantemente y tener el suficiente coraje para rechazar los intentos de cuestionar a la RD por tratar de poner un orden mínimo en su casa. Con mucha más razón porque el país ha tenido las expresiones concretas de solidaridad y apoyo excepcionales con ese hermano y sufrido pueblo. La RD es un país pequeño, con serios problemas acumulados de pobreza y marginación, con una historia compleja en las relaciones bilaterales con Haití y, sin embargo, tanto las autoridades como el pueblo en general tuvieron manifestaciones verdaderamente extraordinarias de solidaridad y entrega.

Que no tiemble el pulso ni la lengua para enfrentar a genuflexos indecorosos.

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