Deportados desde Estados Unidos son rechazados por sus familiares

Deportados desde Estados Unidos son rechazados por sus familiares

POR SORANGE BATISTA
Aún cuando el apoyo familiar es vital para  la reinserción de una  persona deportada a la sociedad, en el país se han vuelto cotidianos los casos en  que, al llegar, los repatriados se encuentran con la negativa de sus parientes para recibirlos, obligándolos a refugiarse en personas con las que no tienen ningún vínculo filial.   

 Así lo afirmó ayer la coronela Sandra Mateo de Jáquez, directora del Departamento de Registro, Seguimiento y Control para Deportados de la Policía quien consideró como errónea la práctica, debido a que esos individuos con apoyo familiar pueden ser sometidos a terapias psicológicas que le permiten reinsertarse en la sociedad, sin la necesidad de reincidir.

Explicó que requiere de una profunda labor de persuación lograr que algún familiar acceda, al menos, a firmar los documentos que dan cuenta de que el deportado les fue entregado.

La oficial, quien también es psicóloga,  dijo que esa actitud de rechazo se debe a que “la familia se encuentra con una persona que tiene una cultura totalmente diferente y a la que no conocen”. A lo que se agrega el prejuicio de que son individuos que al   guardar prisión, han estado en contacto con todo tipo de gente.

 Sin embargo, aunque la mayoría ha cumplido condena por delitos, muchos son repatriados por no tener  documentos o por fraudes al Estado, como el caso de una señora que fue deportada porque recibió y utilizó  dos cheques de ayuda en los Estados Unidos.

ENFERMOS

Los deportados llegan al país a diario abordo de charters y vuelos ordinarios.

Por lo regular  padecen enfermedades como diabetes y  VIH, además de trastornos mentales.

 Sobre éstos últimos, Mateo dijo que en ocasiones vienen medicados de tal manera que ni siquiera pueden comunicarse.

Explicó que los individuos que llegan en esas circunstancias son evaluados y, a través de los familiares, remitidos a consultas neurológicas o psiquiátricas.

En los demás casos todos son atendidos en la unidad de psicología del departamento, donde tanto los deportados como sus familiares son sometidos a terapias durante seis meses, con la facilidad de continuar asistiendo si así lo desean.

Allí reciben terapia social, familia, sexual y otras, dependiendo del caso. En los casos que requieren de medicamentos para ser ayudados en el proceso, se les indican y en aquellos en que, por el contrario, el propósito es quitarles la dependencia se hace de manera gradual.

Mateo, quien lleva tres meses como encargada del referido departamento y siete años con la unidad de psicología de la institución del orden, dijo que el programa de manejo a los deportados surgió a raíz de las quejas que anteriormente se les daba, en los que sólo se limitaban a la parte psicológica.

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