En los tiempos actuales en las sociedades más avanzadas entre los expertos y tratadistas todavía hay ciertas dudas y no se ha producido un real consenso sobre si existe un enfrentamiento entre los elementos técnicos y humanos que se acogen al hecho deportivo, el cual en su versión espectacular ha llegado a ser uno de los fenómenos de masas más impactantes.
Hay opiniones versadas basadas en uno de los avales que permiten al ser humano deportivo corregir sus limitaciones; es precisamente la técnica aplicada al entrenamiento, técnica que a su vez contribuye a la cualificación más depurada de los resultados en la competición.
Por el otro lado, el reputado autor español Santiago Coca, sostiene que otra cosa sería la intromisión deshumanizadora de la técnica que supeditara a sus postulados aquellas características irrenunciables del hombre y la mujer deportivos como podrían ser: su libertad o su conciencia de los procesos a que está siendo sometido su organismo.
Lo que no se puede ignorar es que desde los orígenes de la consciencia histórica los humanos han ido modificándose gracias a la técnica, y que por lo tanto sería anticientífico defender lo contrario, como si el hombre por magia o por golpe de suerte, hubiera acometido el cambio del orbe sin depender para nada ni de la ciencia, ni de la técnica.
La interrogante que habría que despejar es la que viene marcada o bien por los límites que no debería traspasar, o bien amplitud de la autorización que le concederíamos al dominio de esa técnica para inmiscuirse en la naturaleza del ser humano deportivo.
Sobre este asunto de capital importancia, un ensayo del profesor Juan García Bacca, autor de la esencial obra “Antropología y Ciencia Contemporánea” a nuestro entender constituye el hilo conductor para responder a las interrogantes que gravitan sobre la relación que media entre la técnica y el deportista.
La parte fundamental de sus tesis está dedicada a sus preocupaciones humanísticas, siendo su mayor aporte la dedicada a la “humanización de la técnica, y la referida a una sub-división de la misma destinada solucionar los “límites de la técnica”.
Con bastante peso conceptual Coca, en su libro “El Hombre Deportivo” sostiene que la técnica en cuanto actual, es técnica de innovaciones y defiende la creatividad como una de las aportaciones fundamentales del gesto corporal deportivo, y agrega que resulta evidente que la inserción innovadora de la técnica en el mundo del ser deportivo constituye una de las pautas y bases irrenunciables del entrenamiento, de la selección de los talentos deportivos, de la recuperación de lesionados o de la reducción en definitiva de las limitaciones que afectan a los hombres y mujeres deportivos.
Un planteamiento objetivo y de gran trascendencia conceptual es el que afirma que el hombre que no aspira a mejorar, el que prefiere competir dentro de sus limitaciones, el que no está dispuesto al riesgo que supone el afán por entrenarse, rechaza a priori el papel protagonista de la técnica en su vida.
En conclusión, al deportista, principalmente al insertado en la vertiente competitiva, le quedan como a la técnica, con todo y los avances, muchas interrogantes por conocer, muchos cambios por concretar, muchas sorpresas y variables en su conducta habitual.