En los momentos de reconocimientos, muchos deportistas se “aprietan” cuando la emoción los embarga y no es para menos.

Sin embargo, todos, casi todos, le rinden tributo al Todopoderoso cuando articulan las palabras.

Ayer,  esa no fue la excepción en el 43avo Ceremonial del Pabellón de la Fama.

Stanley Javier cuando hizo uso de la palabra, no pudo evitar las lágrimas provocando el aplauso colectivo congregado en el acto.

“Quiero darle gracias a Dios por todo lo que he conseguido en el deporte”, dijo.

Exclamó que la carta que le envió su amigo, Donald Fehr, le hace sentir muy contento. “No podía esperar menos de Donald”, insistió Stanley, quien jugó para varios equipos en la pelota de grandes ligas y sólo con las Aguilas del Cibao en los torneos invernales.

En iguales términos se pronunció José -Boyón- Domínguez, llevado al Pabellón en baloncesto.

“Esto es algo bien grande en mi carrera”, dijo el hijo del club Mauricio Báez, quien lucía muy contento.

Carmen Dilia Santana, electa en baloncesto, declaró que fueron muchos los momentos que tuvo que sortear para jugar su deporte favorito. “Mis padres estaban opuestos a que jugara basket y luego fueron mis más fieles seguidores”, dijo con orgullo.

José Joaquín Tineo, elegido en béisbol, le dedicó este galardón a su madre y a todos los compañeros de su equipo en amateur.

“Mamá, este premio es tuyo”, gritó con satisfacción. Su origen de Japón le salió ayer a Mamoru Matsunaga cuando apenas pudo dar las gracias cuando fue exaltado al Pabellón. “Gracias a ustedes por llevarme aquí, estoy trabajando desde los años 50 entre ustedes”, adujo. El “profesor” Tomás Silverio agradeció a parte de su familia que vino de Estados Unidos para acompañarlo en tan especial momento de su carrera deportiva.