El doctor John Ratey, de la Universidad de Harvard, acuñó la expresión “depresión en la sombra” para referirse al paciente que está muy triste, pero no presenta todos los criterios necesarios para que se le diagnostique como una depresión clínica.
En la quinta edición del Diagnostic Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5), que es una especie de biblia en el ejercicio de la psiquiatría moderna, hay clasificadas unas 6 variantes de las depresiones. Común a todas ellas es que implican un estado de ánimo bajo o un desánimo, que es consecuencia de la alteración de numerosos elementos bioquímicos en el cerebro.
Esta condición de pandemia ha obligado a todo el universo a padecer distintas formas de ansiedades y cuadros de tristeza episódica. Hemos tenido que afrontar los desafíos de esta condición tan poco grata, la que queramos o no se acompaña de las alteraciones en: la familia, los trabajos, en el aspecto social, en la actividad económica, con los relacionados, etc.
La tristeza, desde sus inicios se debe tratar siempre de alguna manera. Durante y después de la infección por COVID-19, los pacientes tienen un mayor riesgo de depresión y ansiedad, principalmente mujeres y jóvenes. Aproximadamente un mes después de la infección, del 31 al 38% de los pacientes informan síntomas depresivos, el 22-42% informan síntomas de ansiedad y el 20% informan síntomas obsesivos-compulsivos. Las tasas varían según la población estudiada, si bien los síntomas de ansiedad y depresión son los más comunes, una porción alta de los afectados cumple con los criterios para un tratamiento psiquiátrico.
La peligrosa ideación suicida ha aumentado después de la pandemia de COVID-19.
En un estudio el 3.5% presentaron esas ideas suicidas un mes después de la infección. Si no tienes depresión, pero tu estado de ánimo es bajo, será muy útil una urgente psicoterapia de apoyo. Observar: si hay falta de interés por las cosas, sensación de abatimiento, alteraciones del apetito y el sueño, opresión torácica y taquicardia, mialgias, sensación de frustración, problemas de concentración mental y rendimiento, hablas y te mueves lentamente y lo peor, es el sentir que no haces nada vivo (esto es una emergencia médica).
Luche por mejorar esos elementos, pero no dude usted en buscar de inmediato ayuda profesional. Las críticas constructivas, buscar nuevas perspectivas, el aprendizaje constante, el crecimiento personal, el no perder el sentido del humor, para cuidarnos de tener una predisposición sana sobre nuestras vidas y disfrutemos de la gratificante socialización, estos son elementos vitales para alcanzar la felicidad. La autoconfianza, es fundamental para sortear esta crisis que sabemos mañana tendrá fin. No perdamos de vista que la tarea más importante hoy en día es el poder sobrevivir y salir airosos de esta compleja virulencia, afrontando con equilibrio emocional y entereza el actual reto para nuestros cerebros. ¡Fortaleza!