Depresión estacional

Depresión estacional

Está demostrado que los cambios estacionales y aún los cambios atmosféricos influyen en los estados de ánimo y la salud de los humanos. En nuestro medio no tenemos cambios tan dramáticos en el clima por el hecho de ser un terruño tropical, no tan  conmovedores como en otros países, en particular los países nórdicos, donde el invierno es sinónimo de noches largas, fríos intensos y nieve por meses. No se puede negar que el invierno invita a compartir con los seres queridos,  buscar los amigos, para todos amarnos más y aprovechar para hacer una ¨higiene mental¨, eliminando rencores y malquerencias, que tal vez se acomodaron en algún rincón del cerebro y el corazón y aprovechar para perdonar.

Para la gran colectividad esa brisita fresca, las reflexiones, la aglomeración de recuerdos sean  buenos y otros no tan agradables, en este contexto animado y optimista de brisas ¨invernales¨ lo común que acontezca sea el sentirnos felices. En nuestros cerebros, a través de delicados procesos neurobiológicos  percibimos las más mínimas modificaciones del entorno, y se nos agolpan sentimientos variados, que para la mayoría son traducidos en momentos de alegría, confianza en el porvenir, nos sentimos más animados y optimistas;  en cambio para otros  en vez de la alegría propia que generan estos días de tan grato céfiro,  por el contrario se entristecen y pueden llegar hasta la triste depresión.

Científicamente, esta influencia de las estaciones del año en las emociones se conoce como Trastorno Afectivo Estacional. Estos síntomas están incluidos en el Manual Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales (DSMIV), que es la Biblia referente para las enfermedades  psiquiátricas.

Donde más se evidencian estas alteraciones psicológicas es en el invierno, las razones son variadas y la explicación a estos fenómenos va desde nuestra herencia animal de hibernación, hasta cambios hormonales inducidos por la temperatura, la luz, la presión atmosférica, los vientos, etc.  Según la tesis de René Descartes, el sitio de unión entre el cuerpo y el alma es la glándula pineal; hoy sabemos  que esta glándula transforma la serotonina,  sustancia cerebral relacionada al estado de ánimo, en melatonina, una hormona capaz de inducir somnolencia.

La personalidad del ser humano está dotada de la capacidad de variar en sus niveles de energía y vitalidad en relación con las demandas del ambiente. Nuestro humor (o ánimo) es la forma en la cual regulamos el modo en que nos vinculamos con el medio. Dado que nuestro cerebro es el producto del desarrollo de millones de años de un mismo sistema, que fue perfeccionándose para permitirnos adaptarnos al medio ambiente.  Estos cambios  influyen de manera importante en nuestras conductas,  lo que hace que algunos padezcan la llamada Astenia Invernal, no llegan a la depresión psiquiátrica, pero se tornan muy melancólicos en estos días.

 Tratando de clasificar las personas de acuerdo a su reacción ante los cambios atmosféricos en: constitución equilibrada. Agrupa a personas con adecuada elasticidad, no son meteorosensibles. Los vagotónicos, serotonínicos, de constitución tiroidea y de constitución simpatotónica; de acuerdo a las hormonas y el neurotransmisor que más se active con los cambios. Lo importante es buscar ayuda psicológica a tiempo para mejorar su calidad  de vida,  pues lo peor sería una triste despedida, la ¨escapatoria definitiva¨, observe la cantidad de suicidios al inicio de año. Conózcase, quiérase a usted mismo.

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