Depresión infantil, cada vez más frecuente

Depresión infantil, cada vez más frecuente

La depresión es una patología psiquiátrica bastante frecuente y seria en niños y adolescentes. Se trata de una enfermedad clasificada dentro de los llamados trastornos del humor y está descrita desde hace siglos en distintas culturas.

Pero la depresión en la infancia tiene síntomas distintos a los del adulto y a menudo pasa desapercibida porque no pensamos en ella o se confunde con otros problemas que pueden ser consecuencia del estado de ánimo. Para identificar esta condición es necesario conocerla.

Aunque este es un tema de salud mental, también atañe a la neurología infantil, ya que se asocia frecuentemente a otros problemas o incluso es origen de ellos.

Según un estudio publicado por la Clínica Universidad de Navarra, aproximadamente 5 %, o uno de cada 20 niños y adolescentes, tendrán un episodio depresivo antes de cumplir los 19 años. La realidad es que menos de la mitad de estos niños recibe un tratamiento adecuado. Los estudios muestran que los padres suelen subestimar seriamente la intensidad de la depresión de sus hijos.

En ese sentido, Loraine Isa, psicóloga, especialista en intervenciones psicoterapeutas, explica que la depresión infantil es un trastorno que se caracteriza por alteraciones en el estado de ánimo del niño, e incluye alteraciones cognitivas, psicofisiológicas y motoras.

“Es una enfermedad que puede perturbar las relaciones entre los miembros de la familia y los amigos, puede afectar el desempeño académico y causar problemas en la salud debido a los efectos de la misma en los patrones de alimentación, sueño y ejercicios. Si la depresión no se trata o si se trata incorrectamente, puede ser muy peligrosa debido al riesgo de suicidio relacionado con la enfermedad”, explica Isa.

¿Cómo se manifiesta? La especialista explica que al menos cinco de los siguientes síntomas deben estar presentes en el funcionamiento diario por un periodo mínimo de dos semanas.

1. Estado de ánimo disfórico (melancolía), expresiones o muestras de tristeza, soledad, desdicha, indefensión. Cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, hipersensibilidad, negativismo. Sentimientos de inutilidad.

2. Pérdida de interés hacia el entorno, o incapacidad para disfrutar con el juego o con las actividades escolares.

3. Falta de energía: no juega, rechaza ir al colegio, en casa se le ve desanimado, no habla.

4. Pérdida de confianza y autoestima, sentimientos de inferioridad.
5. Auto-desvalorización o un sentimiento de culpa excesivo o inapropiado.

6. En ocasiones pueden presentarse ideas o intentos autolíticos (autodestructivos) o comportamientos autolesivos (por ejemplo arañarse).

7. Incapacidad para concentrarse o tomar decisiones, que en el caso de los niños se traduce en problemas de conducta o un bajo rendimiento académico.

8. Actividad psicomotriz agitada o inhibida y alteraciones del sueño.

Las causas. No se conoce la causa de la depresión, aunque sí que tiene un fuerte origen biológico.

Los genes que heredamos de nuestros padres y que son influenciados por las experiencias que tenemos en nuestra vida pueden predisponernos a padecer depresión.

Los niños que sufren un fuerte estrés o que tienen una pérdida significativa en la familia; así como niños con problemas de atención, de aprendizaje, de conducta o de ansiedad tienen más riesgo de sufrir depresión.

Otros problemas como abuso de sustancias como alcohol, drogas y cigarrillos durante el embarazo con frecuencia acompañan o preceden a la depresión.

También influye una historia de depresión en familiares cercanos (aunque haya sido hace tiempo, o el familiar no conviva con el niño), pues hay un riesgo genético en la aparición de depresión.

Los padres

Loraine Isa señala que si los padres observan algunos o todos los síntomas en la conducta y estado de ánimo de los hijos, es de suma importancia que los padres se acerquen a un especialista de la conducta que pueda explorar y evaluar la presencia de este trastorno en la vida de su hijo o hija para tomar las medidas necesarias e iniciar un tratamiento que puede incluir psicoterapia y medicación.

La necesidad de la administración de fármacos la determinará el psiquiatra.

 

 

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