Depresión infantil

Depresión infantil

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
En años pasados, era común notar que por ignorancia o idealismo se consideraba que todo infante gozaba de un auténtico y positivo estado emocional, ya que se deducía que no existían preocupaciones que pudieran mermar la tranquilidad de un ser tan pequeño e indefenso, sin embargo por esa misma razón es que en la actualidad la presencia de la depresión infantil es un hecho comúnmente aceptado por la comunidad científica especializada, por lo que ha cobrado gran importancia su estudio y tratamiento. Muchos la han llegado a denominar como la enfermedad del siglo XXI.

La depresión infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza mayor en intensidad y duración que ocurre en un niño; es decir, es una alteración emocional, un trastorno afectivo que consiste en experimentar pensamientos y sentimientos negativos.

Estas depresiones en los niños/as, suelen ocurrir por una compleja interacción de distintos factores tanto de carácter biológico como social, que sirven de base a la aparición de las distintas conductas normales y patológicas, que tienden a provocar ciertas condiciones personales y ambientales. A través de numerosas investigaciones realizadas se han determinado los siguientes síntomas característicos: tristeza, irritabilidad, anhedonia (pérdida del placer), ensimismamiento, timidez, cambio en su forma de expresión y comunicación, falta de concentración, sentimientos de inutilidad, falta del sentido del humor, sentimientos de no ser querido, baja autoestima, aislamiento social, cambios en el sueño, y pérdida o aumento de peso o alteraciones en el apetito, además de condicionantes que ocurren en el seno familiar. Es necesario que se dé una cierta vulnerabilidad personal, familiar y ambiental, para que conjuntamente den lugar a la aparición de una conducta desajustada.

En vista de que el niño tiene dependencia del adulto, que es quien suple sus necesidades, la responsabilidad de los padres recae directamente en la estabilidad emocional de sus hijos, ya que sus inseguridades, miedos, problemas y patologías guardan estrecha relación con la naturaleza de sus interacciones con ellos; por lo cual el abuso físico, sexual y psicológico produce depresión en gran medida, y los niños viven los cambios como mudanzas, divorcios y problemas de parejas, con mucha disonancia.

La díada padres-hijo, y el apego que la madre y el hijo/a fortifican mutuamente es el camino de una adecuada integración social y personal del niño. Los apegos inseguros se han relacionado con todo tipo de problemas de conducta y específicamente con la depresión.

No quiero dejar de mencionar que en la depresión infantil existen factores hereditarios, pero se halla también la posibilidad de que conste un factor genético, por lo que cuando concurra ya un factor de riesgo, hay una predisposición a desarrollarlo en otros miembros de esa familia, puesto que existe mayor vulnerabilidad en personas que tienen familia que han sufrido depresión. Así mismo la depresión materna aparece claramente definida como uno de los factores de riesgo asociados al desencadenamiento de una depresión en el niño.

A la hora de identificar este tipo de crisis en un niño, es importante acudir a tiempo a un profesional de la conducta para identificar oportunamente el tratamiento que se debe seguir.

Es elemental una entrevista a los padres, que surge como un instrumento importante de recolección de datos, tanto del niño deprimido como de la familia, así como también la entrevista a los maestros y compañeros de clase.

El tratamiento de la depresión infantil ante todo debe ser individualizado, adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo que se encuentra el niño, en base a su funcionamiento cognitivo, su maduración social y su capacidad de mantener la atención. Mayormente se recomienda la asistencia a una intervención psicopedagógica para que a través de técnicas de tipo emocional, conductual, cognitivas, se reestructuren las tres dimensiones que el niño podría tener carentes. Debe además involucrar de una manera activa a los padres, y realizar intervenciones hacia el entorno del niño (familiar, social y escolar).

klinger_psicología@yahoo.es

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