Al Presidente Leonel Fernández le asiste, como a cualquier otro primer mandatario, el derecho a decidir en cuáles circunstancias y momentos acoge preguntas de periodistas nacionales o extranjeros. Aceptado su libre albedrío, cabe observar -en ejercicio también de un derecho- que los medios de prensa nacionales tienen motivos para criticar que las oportunidades de entrevistar al Jefe del Estado sean escasas, o nulas, y hasta podrían considerar injusto que comunicadores de otros países que con frecuencia visita, sean beneficiarios de una accesibilidad al Presidente que aquí no existe. El doctor Leonel Fernández suele manifestarse de manera cortés con los reporteros y ejecutivos periodísticos dominicanos que en determinados momentos se encuentren cerca de él, pero ello no basta. Con alguna regularidad debería celebrar encuentros formales con representantes de las diversas entidades de prensa.
Encuentros en los que pueda manifestarse, a través de los periodistas de la fuente palaciega preferiblemente, el interés de obtener para la opinión pública diversas informaciones y tratar temas relacionados con el acontecer del momento, abordados directamente con el jefe de la Administración Pública y guía del Estado y de la nación que le escogió para gobernar. No hay dudas de que la escasa comunicación entre el Poder, a ese nivel, y la prensa, impide conocer mejor los criterios presidenciales.
¡Cumplieron con la patria!
Tomar las armas contra un tirano de la crueldad de Trujillo, dejando atrás la seguridad del exilio para enfrascarlo con una guerrilla desigual, es expresión de desprendimiento y de fidelidad a la Patria. Hace 62 años, un grupo de dominicanos acompañados de solidarios hermanos de otras nacionalidades dio un heroico paso para que hoy podamos homenajearlos orgullosos por la efeméride que ha quedado con el nombre de Gesta de Luperón.
Constituyó una de las primeras acciones expedicionarias para tratar de dar fin a una dictadura que aplastó con facilidad a esos combatientes para seguir sojuzgando a este pueblo hasta 1961, y que imponía la denigración a esta sociedad en una medida no igualada por otros sátrapas de hemisferio. Los nombres de los participantes en esta expedición, y su firme amor a la libertad, merecen la exaltación permanente de quienes hoy conformamos esta nación.