Derechos Humanos: una aproximación teórica a la realidad dominicana

Derechos Humanos: una aproximación teórica a la realidad dominicana

  “Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos… sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades”, Papa Francisco.

El Estado de Derecho y la sociedad democrática son indisociables de un marco jurídico y político signado por la supremacía de los derechos humanos. Del poder se han venido menoscabando el efectivo goce de los derechos humanos, cuando este debiera representar la máxima expresión del ejercicio pleno de ellos. Es dentro del constitucionalismo democrático que se da el norte de la actividad gubernativa y debe estar enderezado hacia la preservación de los derechos humanos de todos. El Estado es el garante de los derechos humanos, tanto en la esfera doméstica como frente al derecho internacional. Nikken 2010, Revista IIDH.

Los derechos humanos son la voz acumulada de todas las luchas desarrolladas a través del tiempo, la conquista extendida del respeto a las libertades de las personas cuyos procesos han sido generados bajo la estructuración de diversos pensamientos y anhelos, a partir de estos cimientos se trazó la ruta para que las poblaciones se encaminarán a demandar igualdad en derechos y condiciones.

En esta integración, diversos aportes se entrelazan y es de suma consideración la visión del inglés John Locke, quien se apuntó a describir los indicios de un contrato social, que limitara el poder absolutista del rey, delineando las pautas para el derecho a la propiedad. Un enfoque trascendente nos revela el alemán Emmanuel Kant, quien desarrolló todo el concepto de la dignidad humana, recordando que esta es la esencia fundamental del Estado y por tanto su condición supera cualquier aspecto material.

Jacques Maritain plantea los derechos humanos como fruto de una comunidad de hombres libres, organizada en democracia. Desde su perspectiva este autor resalta el valor que tiene la persona, por las múltiples condiciones que le integran, lo que le permite ser único. Esta visión lo lleva a insistir en que este derecho va más allá de cualquier normativa, pues el mismo radica en la persona, como una condición natural, divina, que no amerita ser demostrada, ni estar normada para que tenga validez absoluta.

Las personas deben ser valoradas y respetadas, la obligación principal en ese sentido  recae en el Estado como garante de la estabilidad de sus poblaciones, sumando esfuerzos para crear aquellas condiciones que dignifiquen y propicien calidad de vida.

El concepto de dignidad trasciende el derecho positivo, pues este es inherente a todos los seres humanos, constituye la base fundamental de los derechos humanos. Es por tanto una figura presente y reiterada en todos los derechos fundamentales, pues vive en cada uno de ellos,se reivindica y complementa y su ausencia en uno de estos indica la vulneración a la propia dignidad de las personas.

De ahí que nuestro ordenamiento jurídico haya integrado los principios doctrinales de los derechos humanos, siendo estos expresados a través de la figura de la dignidad de la persona. La Constitución dominicana en el artículo 7 declara el país como un Estado Social y Democrático de Derecho, teniendo como fundamento esencial el principio de la dignidad humana.

Es por ello que la Carta Magna en su artículo 38 hace un imperioso reconocimiento del compromiso del Estado con la protección de la dignidad humana, el cual lo manifiesta con mucha claridad cuando dice: “El Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona y se organiza para la protección real y efectiva de los derechos fundamentales que le son inherentes”.

La realidad social nos indica que a pesar de estar integrados como parte de nuestro marco normativo, los derechos humanos y la respuesta del Estado para dar cumplimiento a estos derechos son limitados, siendo él mismo aquel que se constituye en un transgresor de la dignidad de las personas.

Esto se puede visualizar en la inequidad, la falta de oportunidades y la notoria exclusión social que se agiganta con el transcurrir del tiempo dando cuenta de esta afirmación.

Influenciado por un sistema que promueve una cultura de discriminación, que nos hace actuar sujeto a las reglas que establece, convirtiéndonos en dependientes sin reconocerlo, sin asumirlo, ni desearlo.

Un creciente pensamiento individualista se coloca en el centro, puesto en práctica por la sociedad que ha dejado a un lado la comprensión y  el sentido de comunidad, particularizando las acciones y llevándonos a perder la sensibilidad ante las realidades que nos presenta el contexto social.

Es en este intento del Estado de invisibilizar las luchas históricas y negar el compromiso con los derechos que se van produciendo inmensas brechas sociales,  generando violencia en diversos escenarios; abriendo paso a una participación activa de los sectores más vulnerables (adolescentes y jóvenes), para luego caer en el populismo penal, donde los gobiernos buscan dar respuestas temporales y represivas, a problemáticas estructurales y de consecuencias a violaciones de los derechos humanos que por años han vivido las poblaciones marginadas.

La respuesta a la deriva social que lleva nuestro país, solo será posible si el Estado asume el fiel cumplimiento de los derechos humanos, es entonces, cuando se podrá garantizar la estabilidad social.

Correo: jlmorillo@hotmail.com.-

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