Derrame petrolero causa esta vez amor y odio entre EU y británicos

Derrame petrolero causa esta vez amor y odio entre EU y británicos

Gideon Rachman
Ahora es lo que tenemos en la autoridad del presidente Barack Obama. Su irritación sobre el problema de BP no es nada personal. Es simplemente algo de negocios. Hablando a David Cameron el primer ministro de Gran Bretaña, el presidente de Estados Unidos insistió en que su aparente deseo de encontrar a alguien a quien patear en la compañía británica British Petroleum (BP) no tenía nada que ver con sus sentimientos antibritánicos.

Las palabras del presidente se fueron suavizando, pero la crisis de BP ha servido como un desafortunado recordatorio de que, bajo la muy discutida “relación especial” entre Estados Unidos y Reino Unido, hay vínculos de amor mutuo, listos para salir a la superficie si algo va mal.

No es que la conversación sobre una “relación especial, no tenga sentido en lo absoluto. Existen periodos en que los vínculos angloamericanos son genuinamente profundos y afectivos. Observe la calurosísima recepción que Tony Blair recibió en el Congreso en el 2003.

Pero, cuando las tensiones angloamericanas aumentan, ambos países también tienen un conjunto de estereotipos negativos en los cuales rápidamente caen. Para los americanos, la caricatura británica es elitista, artera y decadente. (los villanos de Hollywood a menudo cuentan con un acento inglés, para una fácil identificación). Para los británicos la caricatura americana es un obeso maníaco religioso armado.

La escena en la película de Richard Curtis, Love Actually (Realmente amor), cuando el primer ministro británico (representado por Hugh Grant) le habla al presidente americano con cierta humillación inglesa sobre la disparidad en el poder entre las dos naciones. Cuando, la semana pasada, el principal diario de Gran Bretaña dijo “Apoye a su país,  Cameron”, este pareció estar demandando el anhelado momento de Love Actually.

Los británicos pueden haber comenzado a sentir que el problema de BP estaba llegando a un límite xenófobo cuando un profesor americano entrevistó en el programa de radio Today (Hoy) de la BBC (sintonía mañanera obligatoria de la élite británica) demandó en tono despreciativo: Esta diminuta persona de Hayward, jefe de British Petroleum, ¿es un lord, un duque o un caballero?

No obstante, la evidencia de los miembros verdaderos de la administración de Estados Unidos que están consintiendo golpear  a los británicos es realmente muy mínima. El hecho a menudo citado de que el  Obama se ha referido a la compañía como “petróleo británico”, cuando ésta se ha llamado BP por más de una década, no es, por sí misma, evidencia de la atroz antipatía hacia Gran Bretaña.

Pero, con la ciudad en problemas y el gobierno forcejeando con un gran déficit presupuestario, lo último que Gran Bretaña necesita es la amenazada de destrucción de la compañía más grande del país por las reclamaciones legales en América. BP representa una gran parte de cada uno de los mayores fondos de pensión de Gran Bretaña.

 Escribiendo en el Times, Malcolm Rifkind, un anterior alto secretario, se quejó de que “la irascible retórica del presidente está llegando al límite, así como los riesgos que dividen a los Estados Unidos de Reino Unido”. Los periodistas británicos acusaron a Obama de hostilidad, debido a la experiencia de colonialismo kenio de su padre.

La explicación mucho más obvia para el comportamiento del presidente es que él está genuinamente frenético, y que dirigir la ira pública hacia BP es políticamente conveniente.

Ha habido problemas angloamericanos antes, como por ejemplo durante la Guerra de Falklands y la crisis Kosovo, pero usualmente se han calmado. Sin embargo, hay oportunidad de que el problema de BP pueda hacer cierto daño perdurable.

Eso es debido a que algunas de las causas de la “relación especial”  ya son apáticas. Eric Edelman, un anterior alto oficial del Pentágono, argumenta que los vínculos de seguridad están críticos porque la relación está bajo ataque de fuerzas de ambos lados del Atlántico”.

En particular, él señala los recortes de gastos en la defensa británica que hace a Reino Unido un aliado menos útil para Estados Unidos Los años de George Bush también vieron que ciertas actitudes del público británico hacia América se vuelven marcadamente menos positivas.

Obama podría estrechar lazos

Hasta hace poco, Barack Obama fue visto como el hombre para revivir la afectividad de Gran Bretaña por Estados Unidos Lo que el público británico puede haber ignorado es que Obama, a diferencia de la mayoría de sus predecesores, no tiene vínculos emocionales o culturales con Gran Bretaña; Bill Clinton había sido estudiante de Rhodes en Oxford; los dos Bushes fueron miembros del establecimiento de la costa este, que tradicionalmente tien estrechos vínculos a lo largo del Atlántico. Pero Obama fue criado en Hawai e Indonesia, y se describe como el “Primer Presidente Pacífico de América”.

Para Cameron, él es el primer ministro inicial posterior a la guerra de Irak. Al inicio de su ejercicio como líder Tory, él insinuó que las relaciones de Gran Bretaña con América habían sido algunas veces muy “serviles”. Él nunca realmente dio detalles sobre esta idea, pero sus palabras no han sido olvidadas en Washington.

Mientras el problema de BP estaba en proceso la semana pasada, Cameron estuvo en Afganistán alabando la valentía de las tropas británicas.

 Él parece estar comprometido con la lucha. Pero el público está reservado respecto a Afganistán y las finanzas del gobierno que están bajo severa tensión. La guerra se presenta ampliamente como si se estuviera contendiendo a instancias de los americanos, a pesar de que Gran Bretaña es más amenazada por el terrorismo del sur de Asia de lo que es América.

La renuncia puede ser el camino a la rehabilitación

Michael Skapinker

Tidjane Thiam, jefe ejecutivo de Prudential, se espera que enfrente duras críticas la próxima semana cuando los accionistas lleguen con el objetivo de llevar a cabo una reunión privada. Ha habido llamamientos para el Thiam desde el colapso de la propuesta de US$35.5 millardos de PNUD  por los activos asiáticos de AIG.

En un editorial la semana pasada, este periódico hizo una advertencia contra el despido de Thiam debido a que conllevaría tiempo encontrar un sucesor y también porque esto, de forma poco saludable, crearía otros jefes ejecutivos adversos al riesgo.

Lo que es mejor para la compañía no es necesariamente lo mejor para su líder. Nunca es fácil renunciar después de haber cometido un gran error. La mayoría de los líderes de negocios prefieren partir, como es el caso de Ferry Leahy, jefe ejecutivo de Tesco, colmado de elogios, en el momento de su elección.

Pero para sus propios intereses,  Thiam podría haber dimitido el mismo día en que la propuesta fracasó. Tomar responsabilidad por una jugada que falló habría sido un gesto noble. Dado su talento y experiencia, el anterior ministro del gobierno de la Costa de Marfil, el compañero McKinsey, él habría tenido poca dificultad en encontrar otro buen empleo.

Si Thiam sobrevive en Pru, él podría eventualmente olvidar este contratiempo, pero es definitivo que él estará bajo escrutinio perpetuo, con sus detractores esperando que él caiga otra vez. Si él se va, entonces su reputación será mucho más dañada.

Compare el rechazo del  Thiam en ceder el mes pasado a la rápida salida de David Laws, el recién nombrado jefe secretario de la Tesorería de Reino Unido. Hay importantes diferencias.  Thiam era culpable de poco más que de una presuntuosa ambición corporativa, mientras que el  Laws partió en desgracia, aunque, como observa Evelyn Waugh, la expresión “bajo desgracia” es rara, cuando de lo que estamos realmente hablando es sobre un momento inoportuno.

Laws dijo, que fue el miedo a ese momento lo que lo provocó a reclamar por error los gastos parlamentarios para la renta de su casa en Londres cuando el casero era su “compañero”.  Laws comenzó como un inquilino probado; sin embargo, más adelante él y su casero se volvieron amantes. Él hubiera podido reclamar aún más en gastos parlamentarios si él hubiera hecho pública la relación: la pareja podría haber comprado una vivienda y reclamado la hipoteca. ¿Por qué él no lo hizo? Pues por el hecho de que él no quiso decir a su familia, y a todo el mundo, que él era homosexual. Eso ayuda a explicar, aunque no lo excuse, el porqué Laws no simplemente detuvo las reclamaciones de gastos. La gente podía haber preguntado.

Él renunció casi tan pronto sus reclamaciones de gastos fueron expuestas, porque quedarse hubiera resultado en ataques de prensa adicionales, debido a que él necesitaba tiempo para acostumbrarse a las intromisiones, y porque, como él reconoció, él había roto las reglas. Cualquier que hubiera reclamado el subsidio de vivienda al estado estando cohabitando con el casero podría haber enfrentado cargos criminales.

En ese sentido, la nueva alianza del  Laws en Gran Bretaña trajo más controversia. Él también podía haber asegurado un retorno relativamente rápido a la atención política. David Cameron podría, dentro de un año más o menos, traerlo de regreso. Pero si Laws hubiera persistido y luego entrado bajo presión de los medios de comunicación, habría sido más difícil para el primer ministro de R.U. rehabilitarlo. Entonces, ¿qué  de Tony Hayward? jefe ejecutivo de BP, el caso actual de más alto perfil de una figura pública bajo la presión de renunciar.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE  ROSANNA CAPELLA

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