Derribando el culto balaguerista

Derribando el culto balaguerista

JOSE B. GAUTIER
Lo cortés no quita lo valiente. No queríamos prolongar la cháchara sobre ídolos nacionales con pies de barro. Perdónenme. Pero si insisten en el cotorreo político, vacío de contenido, creador de fantasmas y de mitos falsos, -bienvenida la oportunidad que se nos brinda.

Escucha. Jamás hemos pretendido vivir en casa de cristal, libres de pecados. Somos mortales. Pero sí creemos tener la suficiente calidad moral (nunca antes habíamos sido servidores públicos pagados en setenta y dos años de vida hasta ser nombrados «embajador en misión especial» para examinar la situación actual de los padrones fronterizos domínico-haitianos) al no pertenecer a grupos de «incontrolables» dentro de una burocracia gubernamental contaminada y corrupta, sus miembros en mayoría delincuentes comunes, traficantes, contrabandistas, violadores de la Constitución y de las leyes, gozando de privilegios y prebendas e impunidad jurídica por sus travesuras cometidas, con el uso de la fuerza, la amenaza, el cohecho, el soborno,- para saber evaluar, en estos momentos, los dardos envenenados que nos tiran esos antisociales residuos frustrados de una repudiada y tiranía criminal ilustrada o casta dictatorial continuista, cuyos cortesanos desplazados del goce de las mieles del poder continúan buscando desesperadamente justificar el holocausto político, social y económico sufrido a partir de 1966 por la nación dominicana con la violación sistemática y premeditada de los derechos civiles y políticos de una sociedad que trataba de injertarse al torrente de naciones democráticas y civilizadas, -ahora en su delirio paranoico-, balbucean frases incoherentes de pasadas grandezas imaginarias como tocados de esquizofrenia familiar, por no decir, genética.

Choca a la opinión pública nacional la locura de esos cortesanos por establecer en el presente Estado de derecho en que vive el país, -el culto a la personalidad de Joaquín Balaguer como dogma de fe política. Crear una grandeza balaguerista a la napoleónica, hitleriana o estalinista con su estela de barbarie destrucción y muerte que pisa la sombra de estos asesinos a su paso. Bastantes «padres de la democracia» han tenido que soportar la nación dominicana y su pueblo de rodilla y amordazada en el transcurso de gobiernos «esencialmente civil, republicano, democrático y representativo» como consagra la Constitución de la República. Caudillos megalómanos del mundo político criollo que han comprado su continuidad en el poder vendiendo la nacionalidad dominicana a intereses de potencias extranjeras, como la solución de problemas migratorias ajenos, para terminar en el zafacón de la historia tildados de malhechores.

El solo hecho de que cualquier ciudadano ahora, en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos, viviendo en un Estado de derecho, pueda expresar sus ideas y pensamientos en libertad, sin temor a ser asesinado, encarcelado, deportado, vejado o despojado de sus bienes arbitrariamente y sin censura ni temor de los medios de comunicación de masas, a que les apliquen la Ley sobre Expresión y Difusión del Pensamiento, -la Ley Mordaza-, por su publicación, demuestra que el continuismo balaguerista fue derrotado y su nefasta figura política repudiada en el panorama político nacional.

En esta era moderna del dominio del saber, de la computadora, de las comunicaciones, del libre comercio, de la globalización, es a la juventud dominicana que le corresponde el papel de evitar que aparezca un «salta pa»tra» político que se atreva a exaltar públicamente, sin ser contestado, la moralidad de la pesadilla vivida en la caverna balaguerista. ¡Esta es las principal debilidad del sistema democrático: el no tener controles preventivos para esos desalmados políticos que buscan destruirla!.

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