El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya,  retornó a su país el 28 de mayo último, justo a un mes de cumplirse dos años de su deposición, el 28-06-09 por el imperio, que usó a los militares que tantos percances ha provocado a sus pueblos en América, Asia y Africa y con la colaboración innegable de los empresarios hondureños que no admiten disidencias.

Es lo más parecido a una derrota no solamente para el ex presidente Zelaya, sino también para la democracia que tiene el sustento de su accionar en al escogencia libérrima de los ciudadanos de los países donde funciona, y para el imperio en su doble moral de aventar levantamientos en las tiranías árabes para que opten por la democracia, y donde funciona ésta, entonces derrocan a los gobernantes que no son dóciles a sus designios.

Producto de un pacto llamado Acuerdo de Cartagena de Indias, rubricado en esta ciudad colombiana teniendo como garantes el presidente de esa gran nación, Juan Manuel Santos y nada menos que al controversial presidente venezolano Hugo Chávez, Mel Zelaya estrechó la diestra del presidente hondureño, Porfirio Lobo, que “ganó” unas elecciones en enero 2010 sin la contraparte representativa del Partido Liberal de Zelaya, es decir, la versión más fidedigna  de un fraude. Precisamente Daniel Ortega presidió una ópera bufa en Managua el 23 de mayo que integraron Alvaro Colom de Guatemala, Mauricio Funes, de El Salvador, Lobo y Zelaya para acondicionar el retorno del gobernante depuesto.

Los fantasmas de Ramón Villeda Morales y de  Juan Bosch, ambos derrocados en 1963, fueron percibidos como demiurgos acusadores  a los que se han burlado de la democracia permitiendo que el imperio les retuerza los brazos por propósitos inefables. Mel Zelaya no será ya jamás el gobernante que fue. Mel Zelaya se dejó usar por el imperio para posibilitar el retorno de Honduras a la OEA.