Derrota dominicana

Derrota dominicana

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El poderoso e influyente empresario dominicano don Pepín Corripio sentenció que el sector empresarial nacional saldría derrotado, ante la apertura del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y América Central, debido a que no está preparado mental, económica y técnicamente para asimilar el desafío de una apertura comercial de la magnitud prevista, para lidiar con empresarios de otros países, que nos llevan mucha ventaja de negocios en grande con otras naciones.

Incluso, el señor Corripio demostró esa realidad de la incapacidad dominicana de competir, que mientras los productores centroamericanos exportan hacia el país mercancías por más de $220 millones de dólares anuales, los productos dominicanos llegan a ese mercado de América Central por no más de $20 millones de dólares.

En un futuro cercano, el país estará obligado a abrir las puertas de su férreo sistema arancelario, protector de las mercancías criollas, para enfrentarse a una competencia salvaje de empresarios, que aliados a importadores locales, nos inundarán con productos de todo tipo similares a los que se producen localmente y para desterrarlos del gusto criollo. Y es que los productores locales nacieron y se fortalecieron en un medio protegido por una amplia sombrilla fiscal, que penalizaba severamente las importaciones desde ultramar, tal como ocurrió a finales de la década del 60 con la ley de reemplazo de importaciones, que hizo nacer la industria criolla del reemplazo de importaciones, cuyos cimientos fueron fundados en arena. Ahora se derrumban ante la inminencia de la entrada en vigencia del CAFTA-DR.

La industria criolla creció protegida por los gobiernos que fomentaron el auge de las mismas con el reemplazo de importaciones, pero sin darle la oportunidad para desarrollarse. No se visualizó lo que vendría para enfrentarse con empresarios mejor preparados y con nuevas técnicas de la comercialización, como se da el caso que el país teniendo varias pasteurizadoras de leche de calidad, nos vemos invadidos por leche proveniente desde Costa Rica hasta más barata que la local. Y eso se nota en cada anaquel de los supermercados de cómo se desplazan los productos criollos, los cuales convierten a los productores locales en importadores. Estos sólo necesitan tener un almacén y escasos empleados para manejar la operación, contrario a poseer una industria asediada por toda clase de inspectores del Gobierno, por elevadas cargas impositivas, por una energía deficiente y cada vez más cara, así como la angustia de no saber cuándo se afectaría su industria por escasez de materia prima, debido a los antojos de algún funcionario aduanal que impide la salida de esa materia prima hacia la fábrica local.

El CAFTA-DR será el epitafio para numerosas industrias criollas, que no están preparadas para competir, casi todas las nacidas en la década del 60, bajo la protección del reemplazo de importaciones, desaparecerán. La suerte para sus propietarios es que se convertirían en los importadores de lo que antes producían localmente, pero se aumentaría el desempleo, lo que sería una presión más hacia el éxodo de ilegales hacia Puerto Rico.

Las empresas que elaboran los frutos del campo, desde los tomates de Azua hasta las naranjas de Villa Altagracia o de Hato Mayor y los cocos de Samaná deberán sentarse a analizar su futuro frente a la competencia, que antes no tenían, para asegurar su presencia local y en el exterior como ya la tienen, así como otras que han ido consolidando una presencia sólida en ultramar como ocurre con la cerveza, el ron, el cemento y las varillas de construcción.

El uso de materia prima importada, que tantos beneficios le ha generado al país bajo el régimen de las zonas francas, requerirá de un nuevo enfoque, ya que es un sector que no puede desaparecer por las ventajas competitivas del país por su cercanía a la costa este norteamericana, que posee los centros de mayor demanda. No resultaría extraño el ver que la oleada china o alguna europea toque las puertas del país por las ventajas de las cercanías con Estados Unidos y establecerse localmente.

El CAFTA-DR va a cerrar industrias locales por su elevado grado de incompetencia con las similares extranjeras. Pero el deseo de competir del productor criollo les abrirá nuevos horizontes por ese elevado grado de ingeniosidad del dominicano, lo cual le resultará beneficioso a la hora de consolidar una nueva pléyade empresarial con mentalidad racional que pueda consolidar el desarrollo industrial dominicano en un mercado globalizado que arrolla al empresario plañidero buscando siempre la protección estatal.

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