Hace tres décadas conseguí un permiso para visitar la cárcel de La Victoria. Mi propósito era conocer el ambiente para incluir en mi libro de cuentos, Sueños de Ojos Abiertos, una fábula sobre un izquierdista o comunista, entonces llamado “preso político” que allí venció al sistema y salió cuando quiso y como quiso del recinto porque se convirtió en un manipulador de autoridades y reclusos dentro de la cárcel.
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Enterado del trágico incendio en esa penitenciaría, rescaté en mi memoria una frase (no sé si está todavía) que adornaba una gran pared del pasillo de entrada y que decía “Si quiero puedo ser mejor desde ahora mismo”, pero lo terrible de aquella época en las cárceles dominicanas, convertía ese mensaje y puede seguir siéndolo en la actualidad, en una tremenda burla para los presos, sus familiares y la sociedad porque en esa fecha, hace treinta y cinco años, era una pocilga con supuestos delincuentes, prisioneros y autoridades corruptas que sigue siendo una vergüenza nacional que jamás debió llamarse La Victoria, sino una horrorosa derrota.