Derrotar la delincuencia

Derrotar la delincuencia

VÍCTOR GULÍAS
Nuestro pueblo es amante de la paz, nos gusta la libertad y añoramos poder salir y pasear, por calles y avenidas, sin que nuestras vidas peligren por la acción delincuencial de desalmados, casi siempre bajo efectos de drogas, que matan a mansalva sin tener piedad de la vida humana. Unidos todos, pueblo y gobierno, deberemos dar la gran batalla que la hora presente nos impone, luchar con uñas y dientes por recuperar la seguridad y devolver el sosiego y el derecho a dormir tranquilos, que tiene la ciudadanía.

Derrotar la delincuencia es, pues, el imperativo del momento. No olvidemos que, para el país, la tranquilidad es un importante activo por que vivimos en gran medida de la actividad turística y nadie viaja a sitios inseguros, donde se ponga en riesgo la integridad.

Pero para ganar esta dura guerra, se requiere de una combinación de factores y el concurso de todos los sectores de la Nación, desde la familia hasta la autoridad pública, desde la escuela hasta la Uniformada, desde las Juntas de Vecinos hasta la Iglesia. Todos juntos, estamos conminados a vencer, o seremos vencidos. Al Gobierno le toca endurecer la muñeca contra los delincuentes, equipar la Policía, mejorar sus condiciones de vida y de trabajo; a la familia corresponde orientar a sus hijos, vigilar a sus jóvenes, conducir sus pasos, a cada ciudadano se impone el deber de alertar, vigilar, estar atento, en fin, todos debemos hacer nuestro aporte. La labor de la Policía Preventiva es, en ese sentido, digna de encomio pues hay que hacerle ver a la delincuencia que el Nuevo Código no es su tabla de salvación y que la autoridad existe, está presente y actúa. Pero sin excesos, sin debilidades, sin descanso, sin tregua pero sin abusos.

A la Justicia corresponde sancionar, castigar, juzgar con equidad. No se puede agarrar de la nueva codificación para ser benignos o permisivos frente al delito. Ahora, tampoco podemos ser duros solamente con los delincuentes pobres, y dejar hacer, dejar pasar a los de cuello blanco, por que se estaría mandando un mensaje directo a la base de la sociedad, a los más necesitados.

Igualmente es imperativo, si en verdad queremos derrotar la delincuencia, el mejorar las condiciones de vida del pueblo, disminuir a como dé lugar el gran desempleo que corroe las esperanzas de los jóvenes y destruye a los adultos; mejorar las condiciones de la educación, la salud, la vivienda, el medio ambiente, para desalentar la incursión de la juventud en las drogas y el delito.

Combinando represión al delito, justicia efectiva, mejoría en el empleo, fortalecimiento de la familia, vigilancia de la sociedad y mejor educación, unido a la voluntad política de combatir el mal, podremos vencer, derrotar la delincuencia.

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