Con el triunfo de Trump se ha planteado la posibilidad de encarar el tema del gasto gubernamental y de la deuda pública
Una de las grandes amenazas para la economía de EEII y consecuentemente para la economía mundial está una potencial crisis de la deuda pública.
Las cifras hablan por sí solas: en 1982 la deuda pública estadounidense rondaba el 35% del Producto Interno Bruto (PIB). En la actualidad, la relación supera el 100%, con previsiones de que alcance el 130% en 2035.
El jefe ejecutivo de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, ha alertado de que “estamos viendo un abismo. Está a unos 10 años de distancia». La secretaria del Tesoro, Yanet Yellen ha advertido, que si Washington llegara a declarar el incumplimiento de pagos, se producirán una crisis financiera y una recesión en EE.UU que repercutirían a nivel global porque cundirá el miedo entre los consumidores, que les hará gastar menos. «Sería devastador” (para el mundo y advertimos nosotros para RD).
Al empeoramiento del problema contribuyó el Covid 19 y la respuesta que tuvieron que dar las autoridades a través de una expansión del gasto público sin precedentes. Pero también ha incidido un ejercicio fiscal poco comprometido con la salud de las finanzas de parte del Gobierno, que a su juicio actúa como si estuviera por encima del bien y del mal.
Con el triunfo de Trump se ha planteado la posibilidad de encarar el tema del gasto público, para desactivar la potencial crisis de deuda. El propósito de Trump es encargar a Elon Musk para cumplir esa tarea.
Musk ha asegurado que puede eliminar al menos 2 billones de dólares del presupuesto federal y ha dicho que el dinero de los contribuyentes se está desperdiciando. “Vamos a quitarnos al Gobierno de encima y de nuestro bolsillo”.
Sin embargo, algunos economistas temen que las reducciones de impuestos que se propone implementar Trump aumentarían el déficit fiscal.
En consecuencia, prevén en sus proyecciones un aumento de la deuda pública. Habrá que a ver si el Gobierno de Trump tiene la fórmula de generar los ingresos que compensaría las reducciones de impuestos.
Ojalá que el problema que se busca corregir con una reducción del gasto en la administración no se genere a través de la pérdida de ingresos que traerían las prometidas reducciones de impuestos.