Desagravio al expresidente Carter

Desagravio al expresidente Carter

Tal como lo ha solicitado el secretario de Salud Pública, Bautista Rojas Gómez, el gobierno dominicano debe desagraviar al expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, quien vino a la isla patrocinando un programa para la erradicación de enfermedades endémicas como la malaria, para lo cual su fundación ha destinado 194 millones de dólares, el 63 por ciento a ser invertido en Haití y el restante 37 por ciento en el país.

Todo iba bien en el proyecto y la visita del reconocido estadista hasta que se le ocurrió tocar un botón que dispara el sentimiento ultra nacionalista y el anti haitianismo que corroe el alma de una parte considerable de dominicanos que no aceptan la realidad de que compartimos una isla y no hay manera de remediarlo que no sea con la colaboración, con las negociaciones para establecer normas, tanto al movimiento migratorio como al comercio, la inversión, la salud, la educación y en muchos otros campos.

Lo que dijo el señor Carter en una rueda de prensa es que República Dominicana y Haití tienen que actuar conjuntamente frente a muchos problemas, asumiendo que no se puede combatir una enfermedad como la malaria en un solo lado, ya que se pasaría para el otro porque “no hay manera de que la República Dominicana sea capaz de detener la inmigración haitiana”. Para no dejar dudas de lo que quería decir,  Carter agregó que “es una situación que pasa en todos los países del mundo, tanto en naciones pobres como ricas” y puso el ejemplo de su propio país, Estados Unidos, que con todos los recursos del mundo no ha podido controlar la inmigración mexicana. Y todavía remató indicando que “lo conveniente es que “entre ambos estados exista cooperación para enfrentar la migración”.

Por más vueltas que se le dé a lo dicho por Carter no hay manera de fundamentar la conclusión de algunos fanáticos de que vino a abogar por la fusión entre las dos naciones, o a desconocer nuestra soberanía. Tampoco incurrió en un dislate diplomático ni en una ofensa como para justificar la declaración del canciller Carlos Morales Troncoso acusándolo de haber incurrido en una “innecesaria y absurda intromisión”. Este abandonó su habitual ponderación para advertir ofensivamente que no iba más lejos “por respeto a los años de Carter”. No se puede imaginar hasta dónde pretendía llegar.

Ya antes el responsable de la Comisión de reforma del sector Salud, Humberto Salazar, había pedido rechazar toda ayuda “que implique una visión conjunta de República Dominicana y Haití”, llegando a sentenciar que “los que acepten donaciones de manera binacional son malos  dominicanos porque atentan contra la soberanía nacional”. Todo un disparate conceptual desconocedor de la historia de la humanidad y de las políticas de los organismos multilaterales y de la cooperación internacional.

Apena sobremanera que muchos dominicanos  no puedan entender la necesidad de establecer una permanente y fluida cooperación con Haití, que es lo que nos conviene desde todo punto de vista, porque si allí no hay progreso peor será la presión migratoria. Es en ese sentido que en los ámbitos internacionales se proponen soluciones conjuntas, no sugiriendo que nos fusionemos en uno. Y eso es lo mismo que se recomienda en todas las fronteras, las centroamericanas, por ejemplo. Claro que –dirán algunos- allí no hay haitianos.

Hacemos el ridículo internacional porque además actuamos con doble rasero, como si fuéramos un país rico, como si no hubiésemos enviado más de millón y medio de personas hacia Estados Unidos, Europa, y a todos los países del continente, incluyendo las islas caribeñas, en algunas de las cuales llegamos a representar más del 10 por ciento de la población. En Costa Rica, por ejemplo, un periodista escribió esta semana que están hartos de los inmigrantes dominicanos.

Cuando se nos toca la sensibilidad antihaitiana nos olvidamos de todo, como le ocurrió al canciller al sostener que ningún presidente dominicano ha ido a Estados Unidos a hablar de sus relaciones con México y Canadá. Olvidó que el presidente Fernández ha abogado reiteradas veces en territorio norteamericano por políticas a favor de los indocumentados dominicanos, que ellos dos recibieron a senadores estadounidenses en La Romana hace tres años cuando se debatía una nueva ley de inmigración, que firmamos un comunicado conjunto con los países centroamericanos reclamando tratos especiales.

La desconsideración a Jimmy Carter no tiene la menor justificación y se revierte contra el país. No sólo es un ilustre expresidente de Estados Unidos, que cambió la política exterior defendiendo los derechos humanos, y un Premio Nobel de la Paz, sino que también contribuyó a la democracia dominicana en 1978 cuando se pretendió desconocer las elecciones presidenciales. Celebremos que a sus 85 años esté buscando casi 200 millones de dólares para ayudar a dominicanos y haitianos a superar enfermedades endémicas.

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