Desaliento en la sociedad por grave crisis económica

Desaliento en la sociedad por grave crisis económica

SANTIAGO.- En la sociedad dominicana de hoy se aprecia un gran desaliento y caída del ánimo colectivo como consecuencia de la grave crisis económica, caracterizada por la quiebra de importantes sectores de la economía, impactados negativamente por la devaluación monetaria y la inflación, que mantienen en un estado de inseguridad a los agentes económicos. La inestabilidad y la quiebra son claras señales de la ineficiencia actual del sistema económico nacional.

La afirmación es hecha por el sociólogo Enmanuel Castillo, quien advierte que la ineficiencia de la economía nacional, encierra un retroceso en el proceso de desarrollo económico del país, que impide el avance hacia un clima o estado de bienestar y, por el contrario, profundiza las condiciones y problemas de nuestro sub-desarrollo o atraso: desempleo, pobreza, falta de oportunidades y desesperanza generalizada.

Normalmente se piensa que la responsabilidad de este estado de cosas es de los gobiernos y en este caso, de este gobierno. Es una forma de pensar evasiva y quizás muy adecuada y efectiva para la propaganda electoral de los partidos. Pero la comprensión de esta situación debe partir no solo de la gestión del gobierno, sino también de la estructura privada de intereses socio-económicos, que hoy día es la de mayor peso en las decisiones y procesos económicos, incluyendo la pesada influencia de los agentes económicos internacionales que implican para el país serias y graves amenazas que apuntan a la desarticulación y desmantelamiento de la capacidad productiva nacional.

Entrevistado por este diario sobre los problemas que confrontan los dominicanos en estos momentos, Castillo ve con preocupación cómo la situación de crisis económica ha reforzado el pesimismo derrotista. A continuación la conversación con el profesor santiagués.

HOY: ¿Esa situación ha ayudado a crear una sociedad pesimista?

CASTILLO: La crisis socio-económica está creando una desesperanza nacional, una incertidumbre en mucha gente y por consiguiente se fortalece ese pesimismo clásico dominicano.

HOY: ¿De qué manera, entonces, ese pesimismo clásico nacional influye en la división institucional que se observa en la actualidad, muy especialmente en los partidos políticos?

CASTILLO: La crisis socio-económica se manifiesta también en lo político, en los partidos, en el gobierno, en todos los ámbitos de la institucionalidad del Estado, porque la ineficiencia socioeconómica del sistema tiene su impacto negativo en el aspecto político también. Si la situación estuviera buena en el plano económico, el sistema político estuviera caminando con sus torpezas, con su cotidianidad de regateo permanente por el poder entre los grupos, pero estuviera bastante estabilizada. Al haber una crisis económica, eso impacta negativamente en el sistema político y contribuye junto con la desilusión y la desesperanza, a crear un estado de incredulidad y desconfianza, de descreimiento de la población en cuanto a que este sistema político puede hacer algo a favor de la población.

Al profesional de la conducta social, este diario le advierte sobre sus palabras en el sentido de que no hay credibilidad en el sistema político….

HOY: Entonces ¿los poderes fácticos de la sociedad dominicana están en riesgo?

CASTILLO: Ese descreimiento, esa desconfianza se traduce en lo que se llama ilegitimación del sistema político, porque cuando un sistema avanza negativamente en su eficiencia económica, con regularidad lo hace también en la ilegitimidad, y cuando la ineficiencia coincide con la ilegitimación política normalmente estamos a la puerta de la inestabilidad. Es decir, que nosotros estamos tocando la puerta de perturbaciones políticas fruto de esas dos condiciones que ponen en peligro a muchos intereses fácticos y populares. Por eso es muy artificial creer que con las próximas elecciones vamos a superar la situación. La situación del país no se va cambiar con ese proceso, pierda quien pierda o gane el que sea. La perturbación va a seguir porque esas dos condiciones no hay forma en este momento de manejarlas, no se visualiza una estrategia para superar esa situación, tanto de inestabilidad e ilegitimidad de las instituciones políticas, como de la ineficiencia económica.

El sociólogo amplía su análisis de la ilegitimidad agregando que a la ilegitimidad política se le adiciona otro componente que está muy presente en la realidad dominicana y que está en las raíces de la ilegitimidad política. La crisis económica la realimenta, pero ella tiene sus propias raíces. Y las raíces de este descreimiento en las instituciones y hasta del irrespeto frente a las mismas, frente a la figura del Presidente o de los dirigentes de los partidos, tiene su origen en la crisis del modelo de estabilización caudillista que hemos tenido por largo tiempo.

La crisis de la legitimidad del sistema de dominación caudillista en nuestro país se ha producido por los efectos combinados del avance de la legitimación democrática a través de los procesos electorales y la vigencia del principio de la alternabilidad en el poder; por un lado y de la desaparición de los tres grandes caudillos que sostuvieron a los tres grandes partidos políticos llamados mayoritarios, PRD, PLD, PRSC, por el otro. Su desaparición ha creado una crisis sucesoral de los puestos de dirección y de elección que se ha traducido en un fraccionamiento interno, en donde los dirigentes y el marco normativo de los partidos son desconocidos, violentados e irrespetados por todos. Estos partidos desarrollan una dinámica incapaz de administrar los procesos de legitimación democrática de sus líderes y de sus procedimientos normativos. Falta el dedo índice legitimador del caudillo que resuelva ese estado de rebelión contra los principios y reglamentos de la democracia interna de los partidos. Esto es más evidente en los partidos PRD y PRSC.

La cultura en la que se han formado esos dirigentes es la caudillista, autoritaria, y como tal, fundamentada e instrumentalizada a través de los mecanismos fácticos de la legitimación externa, no de los mecanismos democráticos de la legitimación interna. En esa crisis de legitimación y contrariedad, difícilmente podrán resolver sus problemas internos. No están formados en la democracia, están formados para la solución fáctica lícita o ilícita, institucional o informal, a través del poder fáctico del caudillo, que ahora no tienen fuente de la cohesión y el control social de la organización.

HOY: ¿A quién se dirige usted con esto, a quien gobierna o a los gobernados?

CASTILLO: Me dirijo al dominicano en sentido general. Decimos que las raíces de la crisis de legitimidad política están en el caudillismo porque este es un sistema político que se estabiliza no democráticamente, sino fácticamente a través de lo que señala la tradición, el poder económico, militar, religioso o de Los Estados Unidos o cualquier elemento externo a la democracia. No es la voluntad popular mayoritaria la que determina la legitimidad, son esos mecanismos fácticos los estabilizadores. En el caso del caudillismo de Balaguer, se sabía que contaba con una legitimidad interna o democrática de un 25 ó un 30 por ciento. Su éxito, aún en torneos electorales democráticos, se basó en el uso de los mecanismos fácticos lícitos, institucionales o ilícitos, morales o inmorales, para su legitimidad como caudillo. Lo que hiciera él era aceptado por los grupos de poder nacionales e internacionales, especialmente en su primera dominación. Ese mismo modelo ha estado operando en todas las instituciones, en la familia, en la empresa, en los partidos políticos y en todas las esferas institucionales.

De igual forma el liderazgo que ejercieron el doctor José Francisco Peña Gómez y el profesor Juan Bosch, en gran parte se enmarcó en el sistema caudillísta, de manera tal que los partidos políticos, el Reformista y el PRD sobre todo, estuvieron entrenados, no en la legitimación democrática interna basada en el criterio de la mayoría. Luego esos partidos no cuentan con un actor político para la democracia, están entrenados para el caudillismo y por eso vemos por qué en el PRD no ha sido posible un consenso democrático dentro de esas diferentes facciones y lo mismo podemos ver dentro del PRSC. Y no lo puede haber porque cada caudillo tiene su propia clientela y obedece a la lógica del poder de la red caudillística. Por eso vemos que cada uno de los planteamientos que han hecho para buscar la unidad del PRD son planteamientos antidemocráticos, de exclusión. No se trata de un juego por principios sino de una lucha por el poder bajo la premisa de que los recursos a utilizar para conquistar el triunfo obedecen a la legitimación fáctica o externa que es la lógica caudillezca y no a la lógica democrática o interna.

HOY: Ese camino de disolución de la institucionalidad democrática ¿hacia dónde conduce?

CASTILLO: Antes de la disolución, el camino que debe seguirse para superar la inestabilidad y la ilegitimidad del sistema caudillista tiene que ser por la vía democrática. La gran dificultad que presenta la opción del presidente Hipólito Mejía es que él ha seguido una lógica dentro de la concepción fáctica de la dominación. El está siguiendo la premisa de que la decisión electoral en un 70 por ciento depende de la voluntad política de los grupos fácticos y que la voluntad general, esa voluntad democrática interna que emana del pueblo, equivale a un 30 por ciento, de modo que el que tenga el control o favor de los poderes fácticos tendría ventaja para el resultado final. Pero esta lógica supone que él es un caudillo legítimo dentro de los grupos fácticos, condición que aún no la tiene. Esto unido a la dificultad económica y la dificultad para manejar la crisis de legitimidad en el partido gobernante ha hecho que esa lógica no esté dando el resultado esperado. Y al no poder dar ese resultado vemos como la mayoría de los sectores de poder rechazan la reelección, tal como la rechazan la sociedad civil, el Conep y la jerarquía de la iglesia. En esa situación la crisis política pudiera agravarse porque la ilegitimidad vinculada a la profundización de la crisis o ineficiencia económica podría precipitar un clima de turbulencia, con salidas completamente inesperadas, de carácter fáctico.

Ojalá se entiendan estas cosas para que la dirigencia comprenda que los partidos mayoritarios tienen que recomponerse en el actual contexto nacional e internacional, siguiendo el modelo de la legitimación democrática, lo cual supone también la recuperación de un concepto de práctica política, donde se trabajen y se cultiven los componentes doctrinales, ideológicos y programáticos, hoy ausentes, pero necesarios para trabajar la legitimación democrática, a modo de consolidar una cultura política y una educación que superen la cosmo-visión y el psiquismo comprometido con la tara del caudillismo..

HOY: Castillo, profesor universitario y egresado de escuela de sociología en la Universidad Católica de Chile, es director ejecutivo de la Asociación para el Desarrollo, Inc., (APEDI), de Santiago.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas