Los índices cada vez más frecuentes como alarmantes del crimen, la delincuencia y el narcotráfico han debido motivar al presidente Leonel Fernández introducir al Congreso Nacional un proyecto de ley modificando la ley 36 sobre Porte y Tenencia de Armas de Fuego mediante el cual se prohíba el porte y sólo se permita la tenencia.

En tres períodos de gobierno, el presidente Leonel no ha considerado modificar la ley 36 conforme  lo requiere de manera constante la sociedad, como demoró dos períodos para aprobar el reglamento que sustente el apoyo a la ley 285-04 para deshaitianizar al país, que se ha haitianizado de manera galopante como peligrosa en sus gobiernos.

Alusivo a la ley 36, es incuestionable que ha prevalecido en el gobernante el aspecto fiscal por los cuestionables permisos que sin el menor criterio expide el ministerio de Interior y Policía a cualquier pelafustán, por encima de la alta peligrosidad del reguero de armas en manos de civiles, 207, l07, y unas 300 mil ilegales, que en conjunto,    y que como es posible apreciar, superan a las que tienen los institutos militares y la Policía Nacional.

Son los dos problemas más graves y grandes que el presidente Leonel pone como herencia, y no ha debido permitirlo, a su sucesor, Danilo Medina, de su propio partido, porque lo concerniente a la economía, pese a que también le deja de herencia que el 40% de los ingresos tienen que aplicarse a amortizar los injustificables enormes compromisos que el presidente Leonel ha contraído, con la complicidad de un Congreso cómplice, Danilo Medina lo enfrentará con éxito.

Percibo que la economía no será el gran reto de Danilo Medina porque de seguro ya tiene un diseño de su equipo económico para reducir la supernumeraria planilla burocrática, empezando por el servicio exterior, donde más que en otro segmento, procede un chapeo al ras    Religiosos católicos, protestantes, evangélicos, líderes empresariales, el semanario católico Camino, los editoriales de los periódicos, por años vienen insistiendo en la   terapia de controlar al crimen desarmando a la población.