A partir de mi publicación de la pasada semana he recibido varios correos con preguntas y comentarios. El título de este artículo es inverso al del pasado lunes: las mismas palabras en posición distinta, pero igual concepto.
Sí, es pertinente y conveniente tener un nivel de inversión importante en mantener un Cuerpo Diplomático activo por el mundo debiendo identificar certeramente dónde es indispensable tener una presencia física con un Jefe de Misión. El cual puede acreditarse de manera “concurrente” en otros países del entorno. En estos pudieran nombrarse otros funcionarios que hagan el trabajo correspondiente o, incluso, si fuese el caso, esos otros funcionarios igualmente pudieran ser concurrentes.
Es igualmente una práctica extendida en el mundo de nuestros días el estar presentes en forums internacionales, unos más relevantes que otros, pero en su mayoría es siempre aconsejable la participación y hacer conocer la posición del país. Eso sí, no es para que el que concurra vaya a improvisar, debe llevar una definición expresa de la opinión nacional y su posición. Hoy día muchas cumbres y eventos internacionales pueden devenir en fuente de derecho. Desde que en 1988 el presidente ecuatoriano invitó a los mandatarios de la región a su toma de posesión, un momento importante en la historia regional porque significaba la acentuación del retorno a la democracia en casi todos los países, se empezó a convertir en costumbre esas reuniones informales de los primeros mandatarios en lo que se ha llamado la “diplomacia de los Jefes de Estado”. En esos encuentros se van resolviendo problemas y allanando caminos para solucionar otros.
Por otro lado el equipo de una Misión en el Exterior tiene que tener muy presente, y el Embajador o Jefe de Misión, exigir por eso que su trabajo tiene que brindar oportunidades de negocios al país. En buena medida es fácil. Revisar de manera sistemática las publicaciones de carácter económico para identificar políticas o intenciones que pueden ser de interés nacional y hacerlo llegar a las instituciones correspondientes de manera directa; el hacerlo llegar a un punto focal en la Cancillería puede ser burocrático y hasta bloqueador porque el que reciba no necesariamente puede tener la agudeza para comprender su importancia. El Embajador sí sabe qué es lo que tiene que llegar indefectiblemente a Cancillería.
La Misión tiene que tener un archivo con los principales actores económicos del país sede; recomendar contactos, organizar misiones, hacer sugerencias bien sustentadas. El país que no cuente hoy día con un Servicio Exterior que esté en función tanto de los intereses políticos como, especialmente, de fomentar acciones de incidencia económico comercial, va a tener un desarrollo mucho más lento.
Si, hay que invertir pero de manera en que se pueda revertir en beneficios para el país ese flujo de inversión.