Desbordados por la delincuencia y la covid-19

Desbordados por la  delincuencia y la covid-19

La propagación imparable de la COVID-19 ha atenazado a todas las naciones y en nuestro país, después del desorden social de Semana Santa de no respetar protocolos del asueto religioso, ha hecho crecer los índices de contagio con una positividad más elevada y se ha agudizado el crecimiento de la delincuencia.

Y los fallecimientos de figuras notables de la literatura como Marcio Veloz Maggiolo y del deporte como Jack Veneno que rindieron su cuota de vida impactaron en el sentir  de la gente por la admiración que se les tenía o la amistad que unía a muchos dominicanos con ellos. Uno por causa de la pandemia y otro por la agresión de un feroz cáncer, se unieron para darle un carácter triste a la semana, aparte de la masacre policial del Martes Santo, hubo una  ocurrencia imparable del aumento de los casos de contagio con un alza de la positividad, fruto del desorden social de la semana anterior donde se desbordaron todas las ansias reprimidas de la población que por más de un año había estado confinada por respeto a las indicaciones de las autoridades. Al suavizar las reglas para evitar el contagio, la gente no se preocupó para evitar el contagio y decidió hacerle caso omiso a las precauciones como era el uso de mascarillas y el prudente distanciamiento social.

 El distanciamiento social desapareció en las playas, montañas y pueblos   donde todo el mundo gozaba de esos reencuentros y disfrute de sus bebidas preferidas. No se contó con la desgracia que el clerén, o bebidas adulteradas como se dice ahora para no ofender a los haitianos, que más de 50 personas fueron eliminados de la lista  de los vivos impactados mortalmente por la ferocidad de un clerén indebidamente procesado. El prudente  distanciamiento social  desapareció en la Semana Santa por el reencuentro de tantas familias y amigos que tenían  más de un año sin reunirse.

 La algarabía de los reencuentros de los amigos y sus familiares fue notoria  por la demanda de habitaciones hoteleras y asientos en las compañías de transporte y las largas e inagotables caravanas de vehículos privados que preñaron las carreteras principales  ocasionando los ya inevitables tapones, que cualquier día de la semana son recurrentes en ciudades como Baní y Azua, que están a la espera de sus circunvalaciones en proceso de construcción.

Al tiempo que socialmente los dominicanos nos olvidamos de la pandemia y sus cariños mortales que se produce en cualquier segmento social de  la población, los aumentos de las actividades de los antisociales han explosionado  en casi todo el territorio. Y por más que sesudos y

ciones. Y es que una persona que la posea y tenga en sus manos una pistola para agredir no va inocentemente a venderla a sabiendas que la investigación que derivaría de esa acción es para una probable detención y sabe Dios qué más. Es un desarme teórico bien estructurado en páginas electrónicas pero cuyos resultados se quedarán para alimentarlas o transcribirlas a un archivo digital como tantos otros programas similares que nunca han cuajado.

 La inclinación, por los actos reñidos con la honestidad de la sociedad, están dirigidos por una herencia ancestral de los genes que nos legaron los descubridores, que en su mayoría eran convictos que en España fueron sacados por el Descubridor para acarrearlos a los territorios que se descubrirían al poco tiempo.

Desde entonces nuestro sino ha sido sufrir una mezcla de la inclinación por lo mal hecho y la sublimidad de los seres, que rodeados por el ambiente, persisten en vivir de acuerdo a las normas de la honestidad.

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